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Confinamiento

Confinados, pero con imaginación

Dos hermanos de 8 y 5 años, sobrellevan con juegos y deberes online, su día a día en Rihonor de Castilla, donde los servicios básicos dependen del otro lado de la frontera

Jimena y sus hijos, María y Nahuel, en la escalera de acceso a su vivienda en Rihonor / CADENA SER

Jimena y sus hijos, María y Nahuel, en la escalera de acceso a su vivienda en Rihonor

Pedralba de la Pradería

Aldea Europea de Rihonor es, ahora, una aldea rota, partida… Pero en su interior bulle algo más que la desesperación por el brusco corte de la vida cotidiana con el cierre tajante de la frontera, como expresaban Perpetua y Luis. Porque en Rihonor hay niños. Uno de ellos es la nieta, de 13 años, de Perpetua y Luis. Los otros son Nahuel y María.

Unos niños que rompían el silencio del pueblo con un improvisado concierto desacompasado de batería, que han colocado a los pies de la escalera por la que acceden a su vivienda. Allí, en sus juegos echan imaginación, mucha imaginación, para convertir los pedales desarmados de una bicicleta en micrófonos.

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Nahuel y María tienen 8 y 5 años de edad, y cubren el tiempo como pueden, porque no tienen televisión (sus padres así lo han decidido). No pueden ver, pues, las series del canal infantil Boing o similares, dice Nahuel, aunque su madre les baja algún episodio o alguna serie por el móvil. De modo que inventan otros juegos.

Nahuel lleva la voz cantante e irradia felicidad, mientras su hermana no para de hacerle carantoñas y abrazarse a él. Dice que tiene buenas notas, cuando le preguntamos por los estudios, y que acuden al colegio Fray Luis de Granada de Puebla de Sanabria.

Su madre los observa desde la balconada a la que llevan las escaleras en las que se han sentado Nahuel y María, guardando la prudente distancia de estos días mientras hablamos con ellos. Se llama Jimena y es chilena.

Nos cuenta que los deberes los reciben estos días con la descarga de datos del móvil. Pero también nos descubre su otra realidad diaria: dependen de Portugal en todo lo básico del día a día. Cuando suenan las bocinas de la panadera, de los congelados o de las frutas, tienen que dejar España y saltar la valla de hormigón que bloquea el pueblo para abastecerse de lo básico.

De España, del país al que pertenece Rihonor de Castilla, no reciben más servicio puntual que un autobús mensual. Un autobús para ir a Puebla de Sanabria, el primer viernes de cada mes, cuenta Jimena. Es el mismo autobús que lleva a los niños al colegio en Puebla de Sanabria, apostilla Nahuel.

Por la aldea vemos paseando a una señora… Pero ella es del otro lado. Es de Rio de Onor de Portugal.

 
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