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Ludopatía

"Entraba en las salas de apuestas cuando quería y nunca me pidieron el DNI"

Dos jóvenes cántabros nos cuentan como entraron en la espiral del juego sin ser conscientes del riesgo que corrían

Entrevista jovenes adiptos al juego (17/02/20)

Entrevista jovenes adiptos al juego (17/02/20)

28:16

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Santander

Proyecto Hombre tiene desde el año 97 un programa de ludopatía. Lleva tiempo alertando del cambio de perfil en quienes presentan conductas de riesgo con el juego, e incluso adicción. Ya no son hombres de entre 35 y 70 años, sino jóvenes, chicos y también chicas, menores incluso que juegan como una actividad de ocio más, sin ser conscientes del riesgo que entraña está práctica.

Normalmente tienen entre 20 y 30 años y están enganchados no sólo a las salas de apuestas sino también al juego on-line. Algunos empezaron a jugar siendo menores, explican que en muchas salas de apuestas no se pide el DNI en la entrada.

En la Ser hemos hablado con un joven de 20 años que presentaba conductas de riesgo y con una chica de 25 que ha llegado a desarrollar adicción al juego. Ambos empezaron jugando solo un euro y ambos han acabado en Proyecto Hombre.

Cesar tenía 16 años cuando acompañó a dos amigos también menores a un salón de juego al que ellos solían ir. Solo gastó un euro en una apuesta deportiva, algo inofensivo, aparentemente. Pero no fue así, otro día probó la ruleta y ya fueron cinco euros.

Al principio eran monedas que le sobraban, pero llegó un momento en que se gastaba los veinte euros que tenia para pasar el fin de semana, nada más salir de casa. Un día su madre se dio cuenta que faltaban los videojuegos de su hermano, después desapareció un libro electrónico. Cesar lo estaba vendiendo para conseguir dinero y seguir jugando.

Aun así, Cesar no es adicto, afortunadamente su madre se dio cuenta de que algo no iba bien, su hijo se estaba alejando de ella, comenzaba a mentir y se iba aislando también de sus amigos, ya no tenia dinero para salir con ellos. Cuando su hijo le confeso que no sabía frenar su afición a jugar le llevo a Proyecto Hombre y entró en el proyecto Teen. Ahí lleva meses trabajado para reconducir la situación y ya lo tiene prácticamente conseguido.

La historia de Marta ha tenido consecuencias más graves. Ella no era menor, empezó con 23 años, trabajaba así que jugaba de lo suyo, primero en las salas de juego pequeñas cantidades, “lo típico”, dice ella.

Poco a poco las ansias de ganar “dinero rápidamente” le llevaron a jugar más, más cantidades, más tiempo, más veces por semana. Y ya no sólo entraba en las casas de apuestas, también jugaba on-line.

Llego a pedir hasta dos créditos para seguir jugando, incluso se gastó los 45.000 euros que sus padres le dieron para ayudarle a comprar un piso. Lo cuenta con vergüenza, dice que lo peor no es lo material, “el dinero se lo voy a devolver, pero ¿como voy a conseguir que vuelvan a confiar en mí?”. La mentira es lo que más le pesa, sabe que la confianza cuesta mucho ganársela, pero se tarda muy poco en perderla. Ella trabaja ahora para que sus seres queridos vuelvan a creer en ella.

Cesar está en la ultima fase del Proyecto Teen y Marta en la mitad del tratamiento de ludopatías de Proyecto Hombre. Le queda la mitad del camino por recorrer pero ya ha lograr lo más difícil, ser consciente de que tenia un problema, un grave problema, pedir ayuda y comenzar a enmendar los errores.

Los dos coinciden en que en las salas de apuestas hay muy poco control a la hora de permitir entrar a menores y que el juego puede embaucar a cualquiera. César piensa que si no le hubiera sido tan sencillo colarse en una sala de apuestas sin que nadie le pidiera el carnet de identidad, quizás nunca hubiera entrado en la espiral del juego.

Marta reconoce que ella ya era una adulta cuando comenzó a jugar, pero aun así, le llamaba la atención ver siempre a menores dentro de las salas de apuestas y que nadie hiciera nada. A ella, le invitaban a todas las consumiciones y como no había ventanas se le pasaban las horas sin reparar en cuanto tiempo llevaba dentro o cuánto dinero había perdido ya.

Los dos conocían que era eso de la ludopatía antes de empezar a jugar, los dos conocían algún caso cercano, los dos estaban convencidos de que algo así no les podía suceder a ellos, pero se equivocaron. Ahora ofrecen su testimonio para que quien les escuche, sobre todo los más jóvenes sepan que el riesgo está ahí, aunque queramos mirar para para otro lado.

 
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