J. José Fernández, alcalde de Aznalcóllar: "El pueblo quiere vivir de su trabajo y no de subvenciones"

Sevilla

Juan José Fernández Garrido, alcalde de Aznalcóllar, ve cómo, cada día a las seis de la mañana, se le llena la puerta del Ayuntamiento de personas que están sin trabajo.

Desde que en 2001 cerrara la mina de Boliden por la rotura de la balsa, la economía del pueblo ha caído en picado y sus vecinos lo han ido abandonando por falta de futuro. Trece años después, el Parlamento votaría la reapertura de la mina, lo que conllevó la adjudicación del contrato al grupo México-Minorbis, un proyecto a su vez truncado por la denuncia de supuestas irregularidades en el procedimiento por parte de Emérita Resources, y una investigación judicial por tráfico de influencias y malversación. Aunque el proceso se ha archivado dos veces, a finales del año pasado Emérita volvió a poner un recurso que ha sido aceptado otra vez.

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Se da la circunstancia ahora de que Emerita Resources ha abandonado la reapertura de la mina de zinc de Reocín en Cantabria, defraudando las expectativas de empleo para una zona necesitada y dejando importantes deudas a las empresas que formaron el consorcio, así como a sus proveedores.

“Con el grito puesto en el cielo”, espera el alcalde el desbloqueo de la mina de Aznalcóllar, asunto que no se debe mezclar con el accidente de la balsa de Boliden ya que ahora “la minería es muy moderna y la mina no vertería aguas contaminadas al Guadiamar, cuando sí hay otras empresas que lo están haciendo”.

Asegura que en todo lo que está pasando hay intereses oscuros sobre la apertura de la mina y que “están hartos del morbo que provoca las noticias de la mina y de la contaminación”. Fernández Garrido dice que el río Guadiamar está en muy buenas condiciones y avisa a “los gobiernos” de que la sostenibilidad consiste en que la gente no se tenga que ir de su pueblo, “que los agricultores puedan sembrar y coger el agua del pantano, que el polígono se llene de trabajadores y que la mina empiece a funcionar”

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