Una final de pie
La propuesta de Fiestas para el concurso murguero no soluciona el problema de siempre: conjugar un aforo suficiente con una acústica perfecta
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El Recinto Ferial, lleno para una final de murgas. / Cadena SER
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Tenerife
En su primer año al frente de las operaciones, el equipo dirigido por el concejal Andrés Casanova -exmurguero de Ni Pico- se ha sacado de la chistera una novedosa medida con el propósito de solventar el eterno dilema que siempre se reproduce en la final de murgas de Santa Cruz: cómo ampliar el aforo sin renunciar a la óptima acústica que ofrece el Recinto Ferial para este espectáculo. El viernes 7 de febrero habrá (por vez primera) un total de 2.016 localidades de pie. La ocurrencia no convence a todos. En 2012, ya se puso encima de la mesa y la decisión fue descartada desde la concejalía entonces ocupada por Fernando Ballesteros.
En realidad, el problema del aforo -la final de murgas ha sido en los últimos decenios el espectáculo para el que antes se agotan las entradas- siempre se prestó al debate y la discusión colectiva. En los primeros años de la década se desplazó el espectáculo al Heliodoro Rodríguez López, pero lo que se ganó en entrada se perdió en acústica. La primera vez en el estadio, la final fue inaudible; en la segunda, hubo tantos asientos libres que hubo que replantearse el regreso al Recinto.
El Centro Internacional de Ferias y Congresos ofrecerá 5.700 localidades en las tres fases, para las que se espera una entrada notable, con las llamadas grandes bien repartidas (Bambones en la primera; Mamelucos y Diablos en la segunda; y la vigente ganadora Zeta Zetas en la tercera). Ahora bien, el problema se presenta ante la cita del viernes. El nuevo aforo es de 7.500 (un 8,5% más que en el concurso anterior) comprende dos sectores a los lados que serán de pie. Y la novedad no gusta a todos.
"Es una locura, no siempre hay que innovar", ha avisado Primi Rodríguez, uno de los directores más veteranos del certamen. Entretanto, Javi Lemus avisa desde Zeta Zetas que la medida puede gustar a quienes vayan a la final a bailar los pasacalles más que a seguir las actuaciones. "Yo doy un voto de confianza a Fiestas", enuncia Carlos Casanova, letrista de La Traviata. Por lo pronto, todas las entradas que se pusieron a la venta en internet volaron (en 19 minutos, según la organización) y la única opción de garantizarse un sitio en la final es acudir a la reventa ilegal o esperar a conocer los nombres de las murgas finalistas, pues todas dispondrán de entradas a la venta para sus respectivas aficiones.
Pero la medida de Fiestas no solventa el problema. El Recinto se ha quedado pequeño para una final que siempre llena. Y salir de él solo sería recomendable si se encuentra un enclave con más aforo, pero donde no falle el sonido. Que es sagrado en el día grande de las murgas adultas.
Todos los escenarios
Los más veteranos aún recuerdan las finales de la Plaza de Toros, donde se hizo grande la Fufa, ahora fuera de concurso, y brillaron a partes iguales los desaparecidos Singuangos y unos inolvidables Mamelucos. También fueron memorables las finales de la Plaza de España, donde sonaron algunos temas inolvidables en el imaginario colectivo como el que Bambones dedicó a los discapacitados. Luego vino el turno del Recinto Ferial, que el concurso solo abandonó en contadas ocasiones para ir al Heliodoro (dos años) o a la explanada del muelle, donde los Triquis vivieron sus momentos de esplendor como factoría del humor.