El mayor ladrón de España
Estamos, por desgracia, muy acostumbrados a escuchar en las noticias cómo políticos desfilan ante los jueces acusados de corrupción. Este mal endémico en la clase gobernante es algo que se extiende, como poco, al siglo XVII. El duque de Lerma y su cabeza de turco, Rodrigo Calderón, fueron solamente dos ejemplos de cómo las corruptelas madrileñas bullían hace cuatrocientos años
Madrid
Además de grandes obras de teatro, extraordinarias pinturas, apabullantes obras musicales... el Siglo de Oro español estaba repleto de corruptos. Las bancarrota que sufrió el reinado de Felipe IV no eran más que la prueba de una monarquía en la que se gastaba, por decirlo de una forma directa y sencilla, más de lo que se ingresaba. ¿Cómo era esto posible cuando estábamos sacando del continente americano toneladas de oro y plata? La respuesta a tan singular enigma lo encontramos en el mismo problema al que nos enfrentamos en pleno siglo XXI e la clase política. La corrupción.
El duque de Lerma
Francisco de Sandoval y Rojas fue el primer duque de Lerma. Valido de Felipe III, es decir, su hombre de confianza, hizo y deshizo a su libre antojo, alcanzando tales cotas de corrupción que me río yo de la Gürtel o el caso de los ERE.
Lerma era un tipo listo. Compró en Valladolid tierras para luego convencer al monarca de que había que colocar allí la corte. Y así se hizo. Con ello la corona le pagó a precios desorbitantes las casas y tierras que él había comprado con anterioridad. Así una tras otra hasta que la justicia, era muy descarado, le pisó los talones. La única forma de salvarse era convertirse en cardenal, de ahí la coplilla de la época que decía "Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España se viste de colorado".