Un viaje de huida sin billete de retorno
Un total de 1.359 personas participan actualmente en el programa de Acogida de Integración de Protección Internacional en Aragón. Proceden mayoritariamente de Siria, Colombia, Venezuela, Ucrania o Georgia. Huyen de la persecución política y social buscando un lugar donde vivir
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Zaragoza
Siria, Colombia, Venezuela, Ucrania o Georgia... La inestabilidad política, social y económica de estos países son los que generan un mayor número de peticiones de asilo y refugio en Aragón. Actualmente, 1.359 personas están dentro del programa de Acogida de Integración de Protección Internacional en Aragón.
"Nadie vendría si no es por necesidad; da igual que pongamos vallas más altas", remarca Oriol Gavín, de la Federación Aragonesa de Solidaridad. "La gente se sigue jugando la vida porque lo que dejan atrás es todavía peor". Por eso, se muestran preocupados: "Tenemos un miedo atroz a los discursos de odio que se están generando actualmente, de una manera muy simplona que están desgraciadamente calando".
Huyendo de la guerrilla
Mónica llegó hace 14 meses desde el Valle del Cauca, en Colombia, que sigue sufriendo la guerrilla, a pesar del Proceso de Paz de las FARC. Su familia huyó bajo la amenaza de que reclutaran a su hijo. Ahora, en Zaragoza, buscan seguridad, estabilidad y un futuro mejor.
Mónica fue la avanzadilla de su marido y su hijo y recaló vía Barajas en casa de una amiga colombiana en Zaragoza. Atrás dejaba su salón de belleza, señalada por la guerrilla, que sigue presente porque, dice, el Proceso de Paz no ha llegado a toda la población.
"Quedan los soldados rasos, que trabajan para los comandantes y altos mandos pero cuando se retiran y entregan sus armas, también necesitan un sustento y entonces arman su propia organización y empieza el reclutamiento de menores". En aquel momento, su hijo tenía 12 años y se lo querían llevar para que sirviese a esas guerrillas.
Ella y su marido Alexander tienen claro que su hijo "estudie, que sea una persona de bien para los demás; somos personas trabajadoras, queremos vivir tranquilos y tener una vida mejor y, sobre todo, que él [su hijo] tenga una vida mejor de la que nosotros hemos tenido".
Sus primeras paradas fueron la Casa de las Culturas y la oficina de Extranjería de la Policía, un proceso largo y complejo. "Cuando ya te dan la oportunidad de disponer de tu permiso de trabajo y tener independencia es algo muy valioso para uno como persona".
Idioma, trabajo, sanidad...
Cruz Roja y Accem son dos de las entidades que asesoran y ayudan a estar personas que llegan huyendo de guerras y conflictos armados, o perseguidos por su orientación política o, incluso, sexual.
Laura Alconchel, trabajadora social de Cruz Roja, destaca que estas personas se encuentran con muchos muros, como que sus titulaciones no son reconocidas cuando llegan, o también "para abrir una cuenta de banco, para alquilar un piso es una odisea y el sistema sanitario, depende del médico que te toca, también te pone problemas".
Otra dificultad, el idioma. María Seuma es voluntaria de Accem e imparte la primera fase de la alfabetización y defiende la riqueza que da la diversidad en una sociedad.
Mónica ha pasado ya por las tres fases de acogida, independencia y autonomía personal, junto a Accem y Cruz Roja. Ahora busca trabajo pero sin dejar de vista Colombia: "Me gustaría volver; quiero mucho a mi país".
Refugiados y despoblación
En Teruel, 350 refugiados han fijado su residencia en la provincia desde 2017. Su principal obstáculo cuando deciden quedarse es la falta de vivienda, un problema que afecta a toda la población tanto en la capital como en el medio rural.
La provincia de Teruel lleva años sufriendo la despoblación, sin embargo, su solución no parece fácil a la vista de un hecho que contradice las quejas de muchos alcaldes, que piden ayudas e inversiones para atraer nuevos pobladores.
De hecho, hay quien busca asentarse en estas tierras y no puede, sencillamente porque no tienen donde meterse a vivir. Es el drama doble de los refugiados que llegan a los centros de acogida, como señala la directora de CEPAIM en Aragón, Pilar Bernadó.
De las 168 personas participantes en el programa de acogida de CEPAIM, en San Nicolás de Bari, 37 proceden de Venezuela, de donde procede la mayor parte de población refugiada.
Rosana y Ecdidi salieron de su país huyendo de la miseria y la persecución que han padecido por su oposición al régimen de Nicolás Maduro. Como ellas, cientos de refugiados piden una oportunidad que daría salida, al menos en parte, a la lacra de la despoblación, cuyas soluciones están a veces más cerca de lo que pensamos.