El toque de campanas de Alustante será declarado Bien de Interés Cultural

Alustante

El gobierno de Castilla la Mancha ha publicado en el Diario Oficial la resolución por la que se inicia el expediente para declarar Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de bien inmaterial, el toque manual de campanas de Alustante (Guadalajara).

A partir de la 2ª mitad del siglo XX comenzaron a mecanizarse los campanarios y fue desapareciendo el oficio de campanero. En Alustante también se mecanizó su toque de campanas pero el sistema que pusieron sufría constantes averías y no le salía rentable a la parroquia por lo que decidieron hace años recuperar el toque a mano. El campanero Juan Martínez Fonfría interpretó de nuevo los toques tradicionales. Tras su muerte, en 1990, sus hijos y nietos continuaron con esta labor.

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La Asociación Cultural Hontanar, el Ayuntamiento de Alustante y la Parroquia de la Asunción han estado trabajando para la conservación y recuperación de un conjunto de toques que representan uno de los medios de comunicación de masas más antiguos de esta comunidad rural. Se han podido mantener 16 toques distintos que se interpretan con las 4 campanas de la parroquia.

SUENAN LAS CAMPANAS PARA INFORMAR A LOS VECINOS

Hay varios toques de carácter religioso como el toque de oración, el de llamada a misa o al rosario y otros toques de índole civil como el toque de escuela (para ir a clase), toque de nublo (para conjurar tormentas), toque de rebato (ante alguna situación de peligro), toque de perdidos (cuando se ha extraviado y se busca a alguien) o toque de bandeo (cuando llegan las fiestas patronales). De esta manera se convocaba a los vecinos con distintos objetivos.

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Durante siglos el toque de campanas ha sido un sistema de comunicación muy eficaz en nuestros pueblos. Avisan a la comunidad para que se movilice por ejemplo ante un incendio o cuando se informa de la muerte de alguien con el toque de difunto. En algunas localidades incluso se tocaban las campanas con un toque específico cuando se avistaba a alguien desconocido y sospechoso merodeando por el pueblo, como aviso ante posibles ladrones.