El Sporting se hunde en la miseria
La derrota ante el Tenerife, con polémica arbitral incluida, deja en el aire el futuro de José Alberto López y al equipo rojiblanco en una situación extremadamente crítica
Gijón
Cuando no es por el arbitraje, es por el empedrado. Tiene motivos el Sporting para quejarse del escandaloso penalti señalado ante el Tenerife y, en general, del sangrante arbitraje de Ávalos Barrera, pero la realidad es que con VAR o sin VAR, con polémica o sin polémica, el Sporting no le gana a nadie y se ha metido en una espiral destructiva de insospechables consecuencias. Es candidato (tanto como el resto que están en sus alrededores clasificatorios) a descender a Segunda B, con el escándalo y la gravedad que ello supone. Y no, aunque los arbitrajes no le estén ayudando, el Sporting no está en esa situación por una conspiración en su contra para hundirle. Está porque juega muy mal al fútbol, tiene un entrenador desbordado que no encuentra solución alguna, no le marca un gol a nadie, la plantilla está mal hecha por un acumulador de fracasos como Miguel Torrecilla (que, a día de hoy, sigue siendo incomprensiblemente director deportivo del Sporting) y porque el club está desnortado y absolutamente perdido, con un presidente como Javier Fernández demostradamente incapaz de desempeñar el cargo que ocupa, sin ideas, ni proyecto ni capacidad para rodearse de gente con nivel. Así las cosas, el panorama es desolador.
Para explicar el partido contra el Tenerife, el que podría haberle puesto la puntilla, a José Alberto López le queda el recurso de quejarse del polémico penalti (y la consiguiente expulsión) de Marc Valiente y el argumento de que, hasta ese momento, el Sporting estaba siendo superior a su rival. Y es verdad, pero con matices. Porque nadie puede negar que en la primera mitad el Sporting tuvo la pelota y la movió con cierto criterio, pero conviene valorar a quién tenía enfrente, con qué intenciones y de qué le sirvió ganar la posesión. Lo cierto es que en ese primer tiempo el Sporting generó muy pocas ocasiones, desperdició de mala manera las que tuvo y al descanso el partido discurría con un 0-0 que no le valía. ¿Habría acertado a marcar el equipo gijonés en la segunda mitad de no haberse pitado el penalti? Es una hipótesis, como otra cualquiera.
También se queja el Sporting de la disparidad de criterios para aplicar el VAR, por qué sí se revisa el penalti de Marc Valiente y no un claro agarrón a Djurdjevic en el área.
Lo cierto es que la pena máxima transformada por Suso Santana rompió por completo a un equipo que no encontró ni la serenidad ni un plan de partido desde ese momento. En un nuevo giro de tuerca, José Alberto había apostado por mantener la defensa con tres centrales por la que ya apostó en el Tartiere, con la ensoñación por parte del entrenador de que Damián Pérez y, sobre todo, Unai Medina ejercieran no de laterales sino de carrileros. Los sistemas no son por sí mismos ofensivos ni defensivos; dependen de los movimientos y la actitud de los jugadores en el campo, pero no parece la propuesta más ambiciosa para recibir en casa a un equipo que roza el descenso. Teóricamente dota al Sporting de seguridad defensiva pero no soluciona su grave problema ofensivo. Y es preocupante que, en la jornada 17, el Sporting siga buscando una manera de jugar.
El gol de Dani Gómez, con el Sporting roto y desesperado, puso la puntilla al equipo y, posiblemente, a José Alberto López. La imagen de El Molinón en los minutos finales era desoladora. Una grada semivacía, tan resignada que ya apenas saca fuerzas para protestar. Tras el pitido final, muchas quejas del árbitro y gabinete de crisis entre un consejo y un director deportivo que no encuentran soluciones a los problemas que ellos mismos han generado. Hoy, nuevo capítulo. En el aire, no solo la decisión sobre el banquillo, sino también el futuro del Sporting. Pinta negro, con esta situación deportiva y sin nadie a los mandos.
David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...