Sociedad | Actualidad
Elena Lastra

Elogio de la buena (y dolorosa) memoria

En estos días en los que se intensifica el recuerdo que los seres queridos que fallecieron la memoria puede seguir doliendo, pero también puede ayudarnos a vivir con más plenitud

Aranda de Duero

Es muy probable que estos días, si no es por creencias religiosas, por tradición cultural, recuerden más intensamente a los seres queridos que ya no tienen cerca. Ni lejos. Los que murieron ¡Cuánto cuesta a veces llamar a las cosas por su nombre!

El día de Todos los Santos, incluso el 2 de noviembre, día de Difuntos, son jornadas de acudir al cementerio o a otros lugares que nos recuerdan a quienes hicieron con nosotros un trecho del camino de la vida pero que terminaron ya su recorrido. No sé si comparten conmigo la sensación o la experiencia de que su recuerdo siempre, casi siempre, es doloroso. En el mejor de los casos, el dolor está atenuado porque la memoria atesora momentos felices. Pero incluso cuando acudimos a esos recuerdos, la pena por haberlos perdido y por no poder volver a revivirlos, empaña la dulzura o la alegría que nos dejaron.

La memoria duele casi siempre. Pero eso no significa en absoluto que sea negativa. Solo significa que implica trabajo y esfuerzo para poder convertirla en nuestra aliada. Porque, incluyendo el dolor que la acompaña, la memoria es imprescindible. Así que el reto es ponernos a la tarea de sacarle el jugo a la memoria: extraer sus enseñanzas, disfrutar los retazos de ternura, de belleza, de alegría que todavía nos quedan en los labios y en el corazón; tener presentes los buenos ejemplos, disfrutar de la sabiduría recibida y transmitirla, a su vez, a los más jóvenes.

Así la memoria, aunque no deje de doler, dará fruto. El mejor de los frutos: hacernos mejores personas.

Elena Lastra

Elena Lastra

Redactora jefe de la Cadena SER en Aranda y presentadora de 'Hoy por Hoy Aranda'

 
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