"Visto lo visto, me quedo con el Unamuno de La tía Tula o de Niebla", por Pepe Belmonte
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Miguel de Unamuno dando una conferencia. / Biblioteca Nacional
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Murcia
Unamumo
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Micromentario / Pepe Belmonte (28-10-19)
Todo lo que tenga que ver con la Guerra Civil española y, muy especialmente, con la figura de Franco, por lo que hemos podido ver durante estos días, sigue levantando ampollas, creando situaciones polémicas y de confrontación entre los españoles del siglo XXI.
Lo digo, no tanto por la exhumación del cuerpo de un dictador a cuyas espaldas, lo diga Agamenón o su porquero, lleva decenas de miles de víctimas durante la guerra y durante la dura y difícil posguerra, sino, sobre todo, por la película de Amenábar que acaba de estrenarse, “Mientras dure la guerra”.
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Pepe Belmonte, catedrático de Literatura de la UMU. / Cadena SER
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Pepe Belmonte, catedrático de Literatura de la UMU. / Cadena SER
Me decía mi querido maestro Javier Díez de Revenga, catedrático emérito de la Universidad de Murcia, que, en el fondo, Franco aparece mejor tratado en la película que el propio Miguel de Unamuno. Y no le falta razón.
De entrada, Karra Elejalde no es el actor más adecuado para encarnar el papel de Unamuno.
Hay momentos en los que parece seguir interpretando la película de los apellidos vascos. Y, por otra parte, la sensación que nos transmite el Unamuno de la película es la de un personaje atormentado, cínico, contradictorio y poco sociable, cosa que no es cierta del todo.
Y, frente a él, da la impresión de que Franco fue un tipo ingenuo e inocente que fue empujado por su hermano y sus compañeros de armas a dar un golpe de estado y poner España patas arriba.
Es obvio que Amenábar no conoce, ni por el forro, el libro de Paul Preston dedicado a Franco, en donde, a lo largo de sus mil páginas, se deja bien claro que este personaje actuaba con una frialdad implacable.
Se perpetuó en el poder porque era un tipo acomplejado y sabía que era la oportunidad de su vida para que lo tomaran en serio, para dejar de ser Franquito o Paca la Culona, y lo temieran por fin.
Amenábar, queriendo explotar la llamada “tercera vía”, esa vía de la que hablaba Chaves Nogales en la que se dejaba bien claro que, en el fondo, no hubo ni buenos ni malos, y que hay que repartir las culpas entre azules y rojos, llega a extremos un tanto ambiguos que descolocan a los historiadores más rigurosos.
Me quedo, pues, con el Unamuno que conocí en las historias de la literatura, con el Unamuno de carne y hueso, y, sobre todo, con el Unamuno del “Cristo de Velázquez”, de “Niebla”, de “San Manuel Bueno, mártir”, de “La tía Tula” y tantas otras obras que ennoblecen al personaje y cuentan la auténtica realidad de su convulsa existencia.
Pepe Belmonte