¡Qué bueno que viniste, Manu!
El mediapunta rojiblanco protagoniza una exhibición futbolística y lidera la goleada del Sporting sobre el Zaragoza
Gijón
Pase lo que pase esta temporada, el sportinguismo se llevará algo: haber disfrutado de un jugador como Manu García. El regreso al Sporting del hijo pródigo tras su erasmus futbolístico ha permitido a El Molinón reconciliarse con el fútbol, volver a sentir que esto es un espectáculo en el que puede haber arte, en el que se pueden hacer cosas bonitas, en el que el talento puede imponerse sobre conceptos tan manidos como la intensidad, la garra o la furia. A Manu García se le queda corta la categoría y las esperanzas de abandonarla para un escenario donde él encaje mucho mejor pasan, en buena medida, por las botas del mediapunta. El partido ante el Zaragoza fue una auténtica exhibición. Solo le faltó el gol. Marcarlo, porque de dos de los cuatro buena parte del mérito es suyo.
Las comparaciones son odiosas, pero Manu García es el Messi del Sporting. La acción del primer gol del Sporting permite la licencia de la comparación. Fue una accion clásica del argentino, de esas en las que parece llevar la pelota atada a la bota con un cordel flexible. Los jugadores del Zaragoza veían atónitos como un chaval se colaba entre todos ellos con el esférico pegado al pie, se internaba en el área, tiraba una pared con Djurdjevic, controlaba y, en lugar de chutar, cedía el balón con el exterior a Isma Cerro, que definía desde el punto de penalti. El cuerpo del portero desviaba el balón al interior de las mallas. Además de la calidad, a Manu hay que aplaudirle la generosidad: pudo chutar pero optó por regalarle el gol a un compañero que vive momentos dulces tras años de calvario por la grave lesión del derbi de la temporada pasada.
Desde los tiempos de Jony o Diego Castro, el Sporting no encontraba un futbolista con un peso específico tan importante en el equipo, pero con la peculiaridad del puesto en el que juega Manu García, en constante contacto con el balón desde la mediapunta y mucha participación en el juego. Quizás el jugador más similar fuera Kike Mateo, pero recordando con honores al murciano, la calidad individual de García es mucho mayor.
Este domingo Manu estaba de dulce y, como consecuencia, el Sporting también. Cada vez que el '16' entraba en contacto con el balón, El Molinón vibraba y el Zaragoza temblaba. Manu tocaba, pasaba, regateaba, giraba, asistía y hacía jugar al equipo. Todo lo que pasó en el campo lo protagonizaba él. Al menos todo lo relevante. Fue mérito suyo forzar la segunda amarilla del zaragocista Grippo, que acabó de ponerle las cosas de cara al Sporting.
De las botas del ex del City salió también el pase impecable a Aitor García, que después de varios intentos por fin definió a la perfección en el mano a mano con el portero aragonés. Se creció el onubense, desatado en ataque y autor también el tercer gol, anotando tras un centro muy pasado de Unai Medina desde la otra banda. La guinda a la goleada la puso Álvaro Vázquez, definiendo a la perfección un mano a mano con el portero para sentenciar a sus ex.
Todo pivota en torno a Manu García, que con Javi Fuego y Cristian Salvador guardándole las espaldas y con Aitor García e Isma Cerro convertidos en puñales por las bandas, juega en el escenario ideal.
El único pero que deja el partido tiene nombre propio: Djurdjevic. El serbio sigue negado de cara a gol y la ansiedad con la que juega se hace patente. Marcó ante el Zaragoza, pero lo hizo en fuera de juego y eso resulta hasta más desesperante. Quien no admita que el Sporting tiene un problema con su delantero centro, niega la evidencia. Es fantástico que El Molinón, para recuperarle anímicamente, le despidiera con una cerrada ovación, pero ojalá el criterio fuera el mismo para todos los jugadores del Sporting, y no solo para aquellos que parecen bendecidos.
Enlazar dos victorias consecutivas cambia la vida. El Sporting toma aire y su situación clasificatoria cambia. Unos dirán que se acerca al playoff, otros que se aleja del descenso. Todo ello es cierto. La realidad es que las dudas han quedado disipadas y que el público de El Molinón por fin disfruta algo los domingos. Y disfruta mucho de ver a un jugador como Manu García jugando como un niño pequeño en el patio de un colegio, pero con la calidad de un profesional de élite. Y que dure.
David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...