'La historia de Davinia'
Comentario inicial de David Perdomo, en el 'Hoy por Hoy Las Palmas' del 11 octubre.
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Comentario David Perdomo: "La historia de Davinia"
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Las Palmas de Gran Canaria
Hoy quiero hablarles de Davinia. La conocí hace aproximadamente dos años, cuando me mudé a mi nuevo barrio. Ella es una de las cajeras que siempre encuentro en el súper que está más cerca de mi casa. Una mujer que no llega ni a los 40 años, bajita, de pelo negro, duro y liso, sonrisa amable y tan cariñosa que es capaz de hacerte sentir como si fueras de su familia. Davinia tiene varios superpoderes: el de no perder nunca la sonrisa, pese a que pasa la mayor parte de su tiempo de pie, creo que nunca la he visto sentada; tiene la capacidad de acordarse de los nombres de todo el vecindario, aunque a mí me llama 'mi niño'; y también cuenta con el mismo poder que la música, el de amansar a las fieras y a los clientes malhumorados. Quizás sea porque siempre tiene música puesta en su caja.
Su sueño siempre fue ser cantante y a veces, mientras cobra, la he escuchado hasta tararear canciones de su grupo favorito: ABBA. Se aficionó al grupo sueco gracias a su madre que la llamaba chiquitita y siempre le ponía sus canciones. De pequeña se imaginaba con su propio grupo pero como me contó una vez Davinia: "Mi niño, tuve que cambiar mi sueño por el amor de mi vida".
El amor de su vida se llama Yanira, su hija, que no la dejó dormir hasta que cumplió los 6 meses. Ahora con 10 años, ya no tiene perretas pero sí un poco de prepavo. Alguna vez la he visto en el súper esperando, con la vista puesta en el móvil, a que su madre acabe su jornada laboral. Si su abuela no puede ocuparse de ella, a Davinia no le queda más remedio que echarle un ojo mientras termina de hacer la caja.
A Davinia sólo la veo perder la sonrisa cuando escucha el sonido de una moto. Un día me explicó la razón: el padre de su hija es motorista y precisamente ese sonido, el de su moto, fue el último que escuchó de él cuando hace 10 años le dijo que se había quedado embarazada. Desde entonces Davinia se convirtió en una madre soltera. En una de esas mujeres que tienen que ser trabajadora, madre, padre y que es todo para sus hijos. Unas de las 79.000 madres de Canarias que sacan adelante a sus pequeños solas. Ella es de las que tienen suerte y cuenta con el apoyo de sus familiares, pero hay otras que sólo tienen su esfuerzo y muchos quebraderos de cabeza. Davinia no lo dice abiertamente pero también pertenece a ese 65% de familias monomarentales de Canarias que se encuentra en riesgo de exclusión o pobreza. Que como ella tienen que acceder a empleos de baja cualificación y jornada parcial para poder ser madres además de recibir un sueldo. Davinia no lo sabe, o quizás no quiera reconocerlo, pero su rostro es el rostro de la nueva pobreza.
Davinia seguirá hoy de pie pasando la compra mientras tararea, amansando a sus clientes rabiosos y con la mitad de su mente en la caja y la otra mitad en su hija. Sólo espero que nadie le borre esa sonrisa permanente que tanto le costará mantener.