Ahora aplauden lo que antes despreciaban, por Pepe Belmonte
Escucha aquí el 'micromentario' semanal del catedrático de Literatura de la UMU
Murcia
Feria del Libro: un soplo de aire puro
Micromentario/Pepe Belmonte (07-10-19)
02:13
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Fue el francés Émile Zola, en su novela titulada El vientre de París, quien dejó escrito, en algún rincón de esas páginas, que el verdadero espíritu de una ciudad sólo puede medirse a través de sus mercados.
Y, sobre todo, a través de sus mercados de abastos, en donde se muestra al público esa belleza increíble que son los pescados frescos, las carnes, las frutas y la verduras, que parecen recién pintadas por el mismísimo Paul Cézanne.
Es como decir: dime qué comes y te diré quién y cómo eres.
Con las ferias del libro sucede algo parecido. Un acontecimiento de esta magnitud define el espíritu y la idiosincrasia de una ciudad, y también la de sus gentes
De ahí que haya sido tan importante el haber recuperado la Feria del Libro de Murcia, el haber atiborrado este espacio –hasta donde se puede, porque Alfonso X sigue en obras- con casetas de las más importantes librerías murcianas y de las distintas y más destacadas editoriales de nuestra región.
Darse un garbeo por la Feria del Libro, se compre o no se compre, es un acto ciertamente agradable. Yo diría que, incluso, terapéutico, consolador. Mucho más agradable, pongo por caso, que estar en la consulta del médico o en la cola de una ventanilla en la Delegación de Hacienda. Dónde va a parar.
Por eso me ha llamado la atención el hecho de que el alcalde de Murcia, un hombre culto y leído, se haya felicitado y nos haya felicitado por el éxito de público y expositores de esta Feria.
Mi respuesta, a través de las Redes Sociales, ha sido inmediata: si eso es así, ¿por qué oscura y aviesa razón los regidores del Partido Popular, que llevan gobernando, desde hace más de un cuarto de siglo, el Ayuntamiento de Murcia han mostrado, tradicionalmente, tan poco o nulo interés por este evento?
En el marco de una sociedad cada vez más compleja y convulsa, más descreída y mitómana, más frágil y endeble con el fin de las ideologías que predican los filósofos, una Feria del Libro, en un lugar céntrico y apacible, punto de encuentro entre amigos no necesariamente lectores, supone un verdadero remanso de paz, un modo de respirar aire puro, por paradójico que parezca, en una de las ciudades más contaminadas de España.
Pepe Belmonte