La hipersexualidad, las compras no controladas y otros Trastornos de Control de Impulsos
En la Escuela de Salud de la SER analizamos con el Dr. Ignacio Obeso Martín qué son los Trastornos de Control de Impulsos, cómo se tratan y hacia dónde va la investigación
Cuenca
El Trastorno de Control de Impulsos (TIC) es la alteración sobre la incapacidad de espera o terminación de conductas ante estímulos apetitivos como comida o juegos. Dicha alteración está presente en la población general, pero también en el contexto de enfermedades neurodegenerativas. En el espacio quincenal de la Escuela de Salud de la SER que coordina Beatriz Hernández, trabajadora social de la asociación Parkinson Cuenca, y que emitimos los lunes en Hoy por Hoy Cuenca, hemos abordado el TIC con el doctor Ignacio Obeso Martín, neurocientífico cognitivo, neuropsicólogo, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y de la Universidad Oberta Catalana, y miembro del Centro Integran de Neurociencia (CINAC).
La hipersexualidad, las compras no controladas y otros Trastornos de Control de Impulsos
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Los tratamientos actuales permiten un control excelente de los síntomas motores en la EP, especialmente en las fases iniciales de la enfermedad, pero, a medida que ésta progresa, pueden resultar en complicaciones como fluctuaciones en el estado motor o exceso de movimiento (las llamadas discinesias). A nivel neuropsiquiátrico, el estado hipodopaminérgico típicamente se caracteriza por ansiedad, depresión y apatía o desmotivación. Los fármacos dopaminérgicos también mejoran la clínica no motora de la enfermedad, pero su exposición (tanto aguda como prolongada), en algunos casos, resulta en una alteración conductual (TCI) que puede repercutir gravemente en la vida del paciente o de su entorno.
¿Qué tipos de TCI existen?
En el contexto de la EP, las más frecuentes son el juego, hipersexualidad, compras no controladas o la ingesta excesiva de alimentos (Weintraub y cols. 2010 Arch Neurol).
Este tipo de conductas impulsivas, se asocian frecuentemente con hiperactividad e intranquilidad psico-motriz y, de hecho, estudios en pacientes con EP muestran problemas de inhibición conductual motora y cognitiva (Obeso y cols., 2011 Exp Brain Res). A nivel neural, el TCI se asocia a una alteración significativa de la inervación dopaminérgica ventral estriatal, sobre la cual actúan los fármacos dopaminérgicos, dando lugar a una actividad anormal en el circuito prefrontal-límbico(Lee y cols., 2014 J Neurol Neurosurg Psych) que es el principal modulador de la conducta.
¿Qué mecanismos neuro-cognitivos subyacen en el TCI?
Un aspecto clave en el TCI es comprender el nivel de interacción entre impulsividad con funciones ejecutivas. Es probable que el TCI se origine por una pérdida en funciones ejecutivas debido a la EP, la cual altera varias capacidades ejecutivas. Los pacientes con TCI presentan una incapacidad de inhibir y controlar acciones no deseadas (Van Eimer y cols. 2010 Neurology; Leroi y cols. 2013 J Neuropsychol). Dicha conducta inhibitoria en personas sanas requiere la integridad de una red cerebral localizada en el hemisferio derecho, que incluye el núcleo subtalámico (STN) y estriado a nivel subcortical, además de regiones corticales como el área motora pre-suplementaria (pre-SMA), el área motora y la corteza inferior-frontal (Aron y cols. 2007 J Neurosci). En pacientes con EP que sufren TCI de tipo hipersexual, estudios de resonancia magnética funcional (fMRI) han mostrado cambios significativos de oxígeno en sangre (secuencia BOLD) en zonas relacionadas con la inhibición: áreas prefrontales (cognitivo), córtex límbico (emocional), temporal, y somatosensorial (autonómica), que han sido asociadas a un aumento incontrolado en el impulso sexual (Politis y cols. 2013 Brain). Sin embargo, en el TCI no se ha investigado la influencia de mecanismos inhibitorios sobre la motivación y estímulos emocionales (sexo, alimentos, compras, juego).
¿Cómo se trata?
Actualmente, el principal remedio es retirar el fármaco que produce estas conductas anómalas. Pero esto supone un problema pues el paciente necesita el fármaco para estimular los circuitos responsables del movimiento y moverse adecuadamente. Es por eso que el tratamiento supone un problema y los neurólogos pasan a fases más avanzadas de terapia como puede ser la invasiva con electrodos implantados en el cerebro, lo cual hace reducir dramáticamente la cantidad de fármaco necesaria y por tanto reduce el TCI. Pero si queremos evitar estos pasos, no hay muchas opciones a día de hoy. Se están probando métodos de estimulación transcraneal (usando técnicas de neuromodulación) que podrían ser altamente útiles en el control del problema. También algún estudio demuestra que la terapia cognitivo conductual (Okun et al, Neurology 2013) puede ayudar a controlar la conducta impulsiva en la EP.
¿Hacia dónde va la investigación en este campo?
Es clave detectar qué regiones del cerebro son disfuncionales durante comportamientos impulsivos en pacientes con TCI en la EP. Se quiere a día de hoy parcelar las regiones del cerebro pertenecientes a cada subdominio del TCI. Por ejemplo, hay regiones del cerebro responsables de detectar estímulos de comida, otras de tipo sexual, por tanto, las bases neurobiológicas difieren por cada tipo de estimulo apetitivo y deberá tener distintas redes neuronales para cada tipo de TCI. Esto orientara los tratamientos de manera diferente. Otra idea es poder localizar marcadores de riesgo a nivel conductual o de personalidad que indiquen una mayor probabilidad de desarrollar estos trastornos para poder prevenir.
Los problemas causados por esta disfunción pueden llegar a poner en peligro la integridad del paciente por buscar situaciones arriesgadas para conseguir satisfacer sus necesidades apetitivas e impulsivas. También llega a ser un trastorno de tipo familiar y de pareja sobretodo en el TCI de tipo hipersexual, comida, juego y compras excesivas.