Miguel Ángel Hernández: "La Julia siempre ha tenido miedo a las tormentas"
En Hoy por hoy hablamos de la huerta y sus miedos con los autores murcianos Ginés Sánchez, Manuel Muñoz Zielinsqui y Miguel Ángel Hernández
De izquierda a derecha: Ginés Sánchez (escritor); Manuel Muñoz Zielinsqui (antropólogo) y Miguel Ángel Hernández (profesor y escritor). / Cadena SER
Murcia
Son varias las publicaciones literarias que a lo largo de los años han centrado su escenario principal en la huerta de Murcia; una huerta que estos días es noticia por culpa de la gota fría.
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La huerta de Murcia y sus miedos vistos a través de autores murcianos
Una de las más exitosas ha sido la aclamada 'El dolor de los demás', de Miguel Ángel Hernández, que nos sitúa en diferentes pedanías murcianos donde nació y creció el autor. La del escritor y profesor universitario no es la única, ya en 2.013, otro autor murciano, Ginés Sánchez, ganaba el premio Tusquets por su novela 'Los gatos pardos', en cuyas páginas también encontramos diferentes escenarios murcianos.
En Hoy por hoy hemos quedado con estos dos autores, que junto al antropólogo Manuel Muñoz Zielinsqui, hemos hablado de la huerta y sus miedos; miedos como que el río Segura muestre su cara más feroz y deje un panorama de destrucción y barro como el que estamos viendo estos días en puntos como El Raal, Alquerías o Torreagüera.
Cadena SER
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Miguel Ángel Hernández ha recordado como su vecina 'la Julia' siempre ha tenido miedo a las tormentas, "recuerdo la imagen sacando siempre a Julia de su casa, porque su casa siempre se inundaba".
Precisamente, Julia es uno de los personajes que aparece en 'El dolor de los demás', considerada por el autor murciano como su segunda madre.
Con Ginés Sánchez hemos recordado una de los párrafos de su libro 'Los gatos pardos', donde realiza un magnífica metáfora sobre la revolución que vive una persona cuando se emanora y el estado que sufre una rambla ante la llegada de una fuerte tromba de agua, "en ambas situaciones se produce una auténtica locura".
"El agua y la rambla. El agua por su senda de peces y líquenes. Por su camino de luz. La rambla inerte y cubierta de polvo. Entonces los truenos y al cabo la tempestad y el agua enloqueciendo y abandonando su cauce y atravesando, invadiendo y sepultando. Demoliendo todo a su paso sin que nada pueda contenerla y al cabo acomodándose a la forma de la rambla. A la rambla que está sin estar, que anda tendida, que nada espera. El agua como un rayo que la atraviesa. Que la atraviesa y la barre y la deja atrás. Herida de fuego, de cañas y animales muertos. El agua a continuar con su vida de espuma y la rambla a continuar con su vida de polvo. Seca otra vez, intacta en apariencia. Intacta pero enferma para siempre del recuerdo del agua".
Por su parte, Manuel Muñoz Zielinsqui, entre otros asuntos, ha recordado la forma en la que se alertaba a la población ante la llegada de las riadas con el sonido de las caracolas.
