Modern Love
A Coruña
Cada viernes el New York Times publica una columna de amor. La sección se llama Modern Love (Amor Moderno), aunque muchas de sus historias no lo son. En la de la escritora Karen Kaplan combatían -o más bien se aunaban- sentimiento y sensantez. Es curioso como ambas cosas pueden ser lo mismo y a la vez distintas. Karen se enamoró joven, muy joven, de un chico de la universidad:
- Tal vez seamos las personas correctas, pero ahora no sea el momento ni el lugar- le dijo-. No quiero casarme con el primer chico con el que salgo. Veámonos dentro de cinco años -yo tendré 23- y decidamos entonces si de verdad queremos estar juntos.
Quedaron en encontrarse, pasado el lustro, exactamente a las 4 de la tarde, frente a la biblioteca. Firmaron un billete como contrato y cada uno se quedó su mitad y se marchó. Mientras, la vida pasó. Dice Kaplan que fue cuestión de sensatez, no de romanticismo. Había que probarse.
Explicó Freud que también en el nivel de las masas hay un algo de amor. En su relación con los líderes y entre ellos, en los lazos sentimentales que permiten la cohesión.
Ya va siendo demasiado habitual posponer el entendimiento, como si PSOE y Unidas Podemos necesitaran experimentar antes de comprender que tienen que estar juntos. No habrá Gobierno. Y mientras la vida sigue. Y el Foro Económico de Galicia alerta de la recesión que viene.
Puede que, como en la historia de Kaplan, todos seamos demasiado jóvenes en esto. O puede, tal vez, que en nuestra política haya cada vez menos amor... y menos sensatez.