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Una Luna Celta mágica

Más de 2.600 personas subieron al castro de Ulaca en la décimoquinta edición de la Luna Celta

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Ávila

Todo comenzó el viernes a medianoche cuando salió la luna y más de 2.600 personas que estaban en el castro de Ulaca se convirtieron en celtas y bajaron al castillo de Villaviciosa sin ningún incidente. Tenían muchas ganas de celebrar con la ayuda del concierto de  "Veteranos de las Galias" que se inauguraba la esperada Luna Celta 2019.

Concentración de tribus en la Calle Nueva de Solosancho

Concentración de tribus en la Calle Nueva de Solosancho / Laura Soria

Concentración de tribus en la Calle Nueva de Solosancho

Concentración de tribus en la Calle Nueva de Solosancho / Laura Soria

A la mañana siguiente, el mercado de Solosancho abría sus puertas por todo lo alto con más de cincuenta artesanos de diferentes puntos de España y desfiles de la mano del grupo Saltipunquin  que venían a dejar un poquito de su arte en esta localidad, que ya era conquistada por los celtas.

Tiro de soga entre diferentes tribus

Tiro de soga entre diferentes tribus / Laura Soria

Tiro de soga entre diferentes tribus

Tiro de soga entre diferentes tribus / Laura Soria

Pero faltaban las nueve tribus vecinas del valle que acudieron al mercado al atardecer con el objetivo de luchar amistosamente entre ellas, sin olvidar a su enemigo común, los romanos.

La tribu Ulaka haciendo la queimada (bebida celta)

La tribu Ulaka haciendo la queimada (bebida celta) / Laura Soria

La tribu Ulaka haciendo la queimada (bebida celta)

La tribu Ulaka haciendo la queimada (bebida celta) / Laura Soria

Y pasaron el día bailando, desfilando, celebrando e intentando recibir la antorcha a la mejor tribu y finalmente fueron por primera vez en muchas lunas, "Los Mulacos", por su ímpetu, su fuerza, y por haber estado creciendo y  defendiendo a sus gentes hasta el final. Pero "Los Hidalcos", "Los Veleitones", "Villanium", "Tótem", "Luna Celta", "Los Águilas", "Los Chiberos" y "Ulaka" también estuvieron a la altura y destacaron ya que animaron la fiesta y ayudaron a que todo aquél que pasase por el mercado disfrutase y se sintiese como los habitantes del valle de hace dos mil  años.

El domingo cuando se escondió el sol, los vecinos y las gentes que pasaron por allí, despidieron a sus ancestros con una gran bebida celta, denominada queimada, y con espectáculos de fuego.

Ahora, sólo los toca esperar a la magia de la luna llena de agosto del año que viene para volver a revivir esta gran fiesta.

 

 
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