Las vascas tienen salarios un 23,6 % menores que los hombres y sufren pobreza
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Agencia EFE
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Bilbao
Las mujeres vascas tienen una renta personal un 23,6 % menor a la de los hombres, sufren brecha salarial y fuertes tasas de temporalidad y de parcialidad no deseada en sus empleos, por lo que en Euskadi "el riesgo de pobreza y exclusión" es "predominantemente femenino".
La memoria del Consejo Económico y Social Vasco (CES) de 2018 dedica por primera vez un monográfico a la situación socio laboral de las mujeres y constata que los ingresos de ellas son "muy inferiores" a los de los hombres, tanto entre quienes tienen trabajos remunerados, como entre las pensionistas, por lo que ellas son mayoritarias entre las personas perceptoras de prestaciones sociales.
Así, ha constatado una desigual renta personal ya que la de los hombres superó en más 10.000 euros a la de las mujeres, con 25.696 euros frente a 15.578 euros, y "se constata la brecha de género" porque las trabajadoras contaban con una ganancia anual bruta de 24.166 euros, importe que es un 23,6 % inferior a la ganancia de los hombres (31.619), determinada en parte por el hecho de que ellas trabajan menos horas.
Además, la pensión media de las mujeres ascendía a 934,43 euros al mes, mientras que para los hombres era de 1.592,25 euros, por lo que la diferencia entre ambos sexos era del 70,4 %.
La tasa de actividad femenina es del 52 %, frente a la de los hombres, del 61 %; el 26,5 % de los contratos de ellas son a tiempo parcial, frente al 7,1 % de ellos, y ellas son el 55,5 % de las personas desempleadas de larga duración.
El CES ha destacado que las mujeres vascas viven 6,2 años más que los hombres, (86,5 años de ellas frente a los 80,3 años de ellos) y ha planteado adoptar medidas para evitar que ellas sigan optando mayoritariamente por estudios y profesiones de sanidad, atención y cuidados, y descarten las actividades técnicas y científicas.
La memoria del CES ha advertido de "la necesidad de afrontar un modelo migratorio insertado en un plan demográfico", al tiempo que se debe "estar alerta a los cambios sociales", como el de la salida de Euskadi de titulados superiores.
Ha planteado afrontar el reto de tasas continuadas de crecimiento vegetativo negativo y que "la población envejece a pasos agigantados", si bien ha crecido por cuarto año consecutivo el número de personas de origen extranjero, que representan el 9,4 % de la población vasca, siendo Marruecos, seguido de Colombia, los principales países de origen.
Un 33 % de la población activa vasca constata problemas para conciliar su vida profesional y personal y el CES ha pedido incluir políticas que lo solucionen.
El 2018 "fue un año de crecimiento económico", en el que creció la actividad y el empleo pero, ha avisado, ese crecimiento "empieza a aminorarse". Los sectores que más crecieron fueron el de servicios y sobre todo los relacionados con la construcción y la administración pública, la educación y la sanidad, y donde tuvo menos relevancia el comercio, la hostelería y el transporte.
Por contra, la inversión en I+D+I no está impactando en la estructura socio productiva por el pequeño tamaño de las empresas y con nivel tecnológico bajo.
Ha aconsejado adoptar políticas para "afianzar la mejora económica y reorientarla hacia nuevos modelos como la economía circular, al tiempo que se deben afrontar los retos de la digitalización y el de la dependencia energética".
El CES ha alertado de que a nivel energético Euskadi tiene una tasa de dependencia del exterior del 92 %, mucho más que el Estado (72 %) y que el resto de Europa(54 %), por lo que se debe plantear un cambio del modelo energético para reducir esa dependencia.
Respecto al mercado de trabajo, el CES ha resaltado que la temporalidad está ligada a la administración pública y que Euskadi, con una población activa del 56 %, debe integrar a los jóvenes, mujeres y parados de larga duración, mediante políticas activas de empleo.
El año pasado mejoraron las condiciones de vida en Euskadi, donde según la tasa Arope, ésta es ya similar a la de Finlandia y Eslovaquia, y hay menos desigualdades aunque ha aumentado la pobreza energética, que se sitúa en el 3,7 %.
La memoria avisa de que han disminuido el total de perceptores de la RGI, si bien un 19,9 % de los perceptores de ayudas sociales las solicitan para complementar sus salarios y un 25,7 % para complementar sus pensiones