Un López Miras con cara de póker

Murcia

RIDÍCULO Y BOCHORNOSO.

El espectáculo de sus señorías en la Asamblea Regional del pasado jueves sólo admite el calificativo de bochornoso, término que la Real Academia incorporó a su Diccionario en 1832, cuando en la política aún reinaba la concordia, y la inteligencia era un don natural, un requisito indispensable para ocupar un escaño.

El ridículo, en esta ocasión, no estuvo tanto en el interior de la Asamblea, sino, sobre todo, en los pasillos, en cierta cafetería de Madrid, en las continuas llamadas a través de los teléfonos móviles tratando de negociar la investidura de un López Miras con cara de póker, como si le hubieran robado la cartera a la salida del metro.

Sin embargo, lo más grotesco fue el papel de ese personaje que tiene tanto afán en hundir definitivamente al Partido Popular: me refiero a su secretario general Teodoro García Egea, quien o no se entera o, a base de triquiñuelas y malas artes, trató de engañar a todo el mundo, incluidos los suyos.

Me consta, además, que el mayor nerviosismo no estaba precisamente en el hemiciclo de la Asamblea Regional, sino fuera del mismo.

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Los segundos y terceros escalones del gobierno regional, es decir, los cargos de confianza, los directores generales, los asesores y gente de buen vivir que medra a la sombra de la política, estaban muy atentos a ver qué había de lo suyo. Sin la política, da la impresión de que, la mayoría de estos personajes, no sabrían qué hacer, hacia dónde tirar, cómo ganarse la vida.

ALEJANDRO VALVERDE.

La sección de deportes de esta casa me va a permitir, por una vez y sin que sirva de precedente, que me meta en su terreno.

Pero el ciclista murciano Alejandro Valverde, conocido entre sus compañeros como "El Bala", bien merece un mínimo comentario.

A sus casi cuarenta años corre un nuevo tour de Francia, con la ilusión del primer día, con la esperanza de volver a subir al cajón de los mejores, aunque ya no lo necesite porque su palmarés está repleto de trofeos.

Es, probablemente, junto con el ciezano José Antonio Camacho y el alhameño Antonio Peñalver, el mejor deportista murciano de todos los tiempos. Un tipo que, después de caer en el abismo, después de muchas y graves lesiones, nos ha dado a todos una auténtica lección de pundonor y de superación.

Hace unos años, una de las profesoras de su cole de Las Lumbreras me contaba que, de niño, Alejandro Valverde iba a clase en bicicleta, haciéndole frente a las empinadas y retorcidas cuestas en donde aún está ubicado el centro escolar en donde estudió sus primeras letras, donde quizá ya soñaba con ser un campeón.

Lo llevaba en la sangre.