Voy a cantar bien alto... a ver si llueve
La reflexión de Ana Díez, médico de familia y experta en nutrición
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OPINIÓN | Voy a cantar bien alto... a ver si llueve
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Valladolid
No me acordaba de su sonido al chocar contra el suelo, del olor con el que impregna todo, de la frescura que aporta. Hace tanto tiempo que no llueve, que he tenido que recurrir a un sonido grabado de lluvia.
¡Qué pena! Recuerdo cuando de pequeña estudiaba los fenómenos meteorológicos: la lluvia, el viento, el granizo, la nieve. También el sol. Me fascinaban todos ellos. Ver cómo se producían todos los efectos positivos que los acompañan. Algunas veces también los negativos cuando eran muy intensos. Pero no era necesario imaginarlos. Los vivía en primera persona y con mucha frecuencia.
Y es que es maravilloso cómo el sol ilumina, da alegría, calor, color y vida. Me gusta el viento, que barre el suelo y me airea el pelo aunque me despeine. Me encanta, cómo no, la nieve, que lo cubre todo de blanco deslumbrante y uniformiza todos los paisajes y permite aumentar las reservas de agua.
Las tormentas, que tanto miedo provocan en algunas personas, a mí me hechizan. Y el granizo, que en ocasiones acompaña a estas tormentas, me resulta llamativo siempre: ¡piedras de hielo que caen del cielo!
No me he olvidado de ella, de la lluvia. Ella, o mejor dicho su ausencia, es lo que me ha hecho reflexionar tanto. La lluvia limpia el ambiente de polución, la cabeza de malos pensamientos, facilita la respiración, riega los campos, las plantas, llena los pantanos, lava la ropa; nos lava.
El agua es vida. Sin ella es imposible sobrevivir mucho tiempo. Pero, como la vemos en los ríos, los pantanos y los mares; como cuando abrimos el grifo todavía sale agua sin problemas, hemos llegado a creer que es infinita, que siempre la tendremos. Pero, tristemente, ya podemos comprobar que eso no es así. Ya hay muchas zonas del mundo, y también de España, donde no llueve desde hace tiempo; donde no hay agua para regar, pero tampoco para beber.
Yo no sé exactamente cuál es la causa ni quién tiene la culpa. Tampoco sé si es propio de los cambios por los que periódicamente y de forma natural pasa la Tierra. Sí sé que todos, absolutamente todos, podemos hacer algo, aunque nos parezca poco. Porque la suma de esos pocos conseguirá un mucho.
No quiero parecer pesimista, simplemente realista. Tenemos que tomar conciencia de la situación, pero de verdad y actuar antes de que ya no haya vuelta atrás.
Mientras tanto, empezaré a cantar “Que llueva, que llueva, la Virgen de la cueva”. Como no tengo una voz espectacular, igual hasta llueve y todo.