Total, para lo que nos queda en el Convento... de la Trinidad
El aguijón de Teodoro León Gross
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Málaga
El Convento de la Trinidad no es, simplemente, la enésima referencia amarga del mejor patrimonio de Málaga con un destino fatídico, enfangado durante décadas en enredos políticos entre la incapacidad de los mandatarios para sacarlo adelante, como los Baños del Carmen o el viejo San Agustín.
A decir verdad, Baños del Carmen y San Agustín, cada caso con su singularidad, no son proyectos perdidos sino lugares donde la ciudad tiene un proyecto aunque hasta ahora los dirigentes políticos hayan sido penosamente incapaces de llevarlos adelante. Lo del Convento de la Trinidad, es otra cosa, que podría parecer una mala broma, un guión cómico para un gag político sobre un brainstorming de ocurrencias frívolas al grito de “total, para lo que nos queda en el convento…”.
Sí, el Convento de la Trinidad, lleva sí siglos pero ellos van y vienen. De hecho, este enclave histórico que ordenó construir Fernando el Católico en 1494, tuvo la fatalidad de llegar a las redes ineficientes de la Junta en una permuta con el antiguo Hospital 18 de Julio, antes Hotel Caleta Palace, para instalar allí la Subdelegación. Y ahí se inició el carrusel. La Junta propuso primero un Parque de los Cuentos; el Ayuntamiento pidió el Museo Arqueológico; la Junta se sacó entonces de la chistera una sede para un Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico dedicado al arte rupestre, proyecto rebautizado en 2012 como Centro de Bienes Culturales y Patrimonio Mundial; más tarde se proyectó la Biblioteca Provincial; de nuevo la Junta planteó un Centro de Artes en Vivo….. y ahora el nuevo Gobierno andaluz propone un Centro Nacional de Diseño y Arquitectura.
Desde luego quienes empezaron proponiendo el Parque de los Cuentos fueron unos visionarios porque si algo ha habido allí desde entonces han sido cuentos, muchos cuentos políticos... Pero más allá de eso, en definitiva ¿qué se ha hecho? Pues sencillamente nada. O mejor dicho, sí, algo sí que se ha hecho allí, y a lo grande: el ridículo. Eso es lo único que se ha hecho: el ridículo.