Verónicas

Valencia

La conmoción esta semana lleva el nombre, de Verónica, la mujer que se suicidó acosada por la difusión de un vídeo sexual. Estos hechos nos dejan tantas lecciones que es imposible resumirlas en tan poco tiempo.

Ahora hay más gente que sabe que la difusión de estos contenidos no solo es detestable moralmente, sino que, además, es delito. Confirmamos también lo machista que es nuestra sociedad, primero, con la estigmatización y el acoso a una mujer por haber grabado un vídeo sexual. Después, con los comentarios que intentan justificar a quienes fueron cooperadores necesarios en este caso. Pero sobre todo, debe abrirnos los ojos ante una realidad cada vez más frecuente, sobre todo entre los más jóvenes.

Y de nuevo, la educación es la clave: la nuestra, la de las mujeres, para empoderarnos, defendernos y empatizar con las víctimas de este acoso que pueden estar más cerca de lo que pensamos. Y la educación de todos y de todas, para no dejar pasar ni una. Parar la difusión de estos contenidos, denunciarlo y proteger a la víctima. Detectarlo y actuar, sin volver la mirada hacia otro lado. Y hablar cara a cara. Y entendernos. Antes de que sea demasiado tarde.