1979: El Matador entra en la leyenda
Valencia
Cansado de quedarse a las puertas de ser campeón con el Valencia desde su fichaje en 1976, Mario Alberto Kempes se tomó la final de Copa contra el Real Madrid el 30 de junio de 1979 como algo personal. Los dos pichichis conseguidos de forma consecutiva en Mestalla no eran suficientes. En la temporada posterior a la gloriosa conquista del Mundial argentino en 1978, se convirtió en mito eterno para la afición valencianista. Con dos goles inolvidables, ambos con su pierna menos buena, la derecha, fue determinante para la consecución del quinto título copero.
Mario se preparó para la final de forma especial. Junto a su amigo del alma, Ricardo Arias, se concentró durante una semana en un chalé a las afueras de la ciudad. La casa, propiedad de un conocido carnicero amigo de ambos, se convirtió en un búnker en el que aislarse del ruido que generaba el partido. Valencia vivía agitada ante la posibilidad de levantar un nuevo trofeo tras la Liga de 1971.
El descanso, la concentración -y esa carne de primera gentileza del propietario del inmueble- le sentaron de maravilla a Kempes. El astro argentino -con permiso del pulmón teutón Rainer Bonhof- tuvo aquella tarde una velocidad más que el resto de jugadores. Así hizo el primero, en el minuto 24, aprovechando un envío en profundidad del mago Solsona para batir a García Remon con un zapatazo al palo largo.
Como ha ocurrido en la mayoría de finales disputadas por el Valencia, hubo que sufrir. El Real Madrid dispuso de un penalti para empatar, pero el argentino Quique Wolff se estrelló con el palo izquierdo de la portería defendida por Manzanedo. A pesar de varias llegadas blancas por mediación de Roberto Martínez o Vitoria, el murciélago conservó el 1-0 hasta el último minuto. En ese instante, Castellanos encontró a Kempes en el extremo zurdo. El Matador dejó sentados a dos defensores madridistas y, a trompicones, se hizo con el esférico dentro del área para batir a Maté (García Remón había pedido el cambio por lesión) con un derechazo al angulo superior. Era la sentencia.
Instantes después, el malogrado árbitro José Emilio Guruceta Muro decretaba la conclusión del encuentro. Bajo cientos de tracas y rodeado de una marea de senyeras, Pepe Carrete recogió la Copa de manos del Príncipe Juan Carlos. El momento forma parte del imaginario colectivo de Mestalla. Aquella tarde, a pesar de 'jugar fuera de casa' y estar en minoría, la afición valencianista dio toda una lección de fidelidad y animación en el Vicente Calderón. Más de 25.000 fieles presenciaron en directo la final en la que Mario Kempes entró en la leyenda.
Fran Guaita
Jefe de Deportes en Radio Valencia y director de SER Deportivos Valencia