Tolerancia

Palencia

En los últimos tiempos vengo observando una actitud intolerante de una parte de la sociedad hacia la Iglesia Católica. Ésta está basada, a mi modo de ver, en un mal entendido ateísmo, fruto más, de un anticlericalismo y de un posicionamiento político, que de una forma entender el hecho de la existencia o no de un ser superior que guía el destino del universo.

Se pone en duda el papel de la Iglesia Católica en la sociedad española argumentando que así lo establece la Constitución. Pues no, la Carta Magna expone que España es un estado aconfesional y considera un derecho fundamental la libertad religiosa“de los individuos y las comunidades, sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley”. La sitúa al mismo nivel que la libertad ideológica. Es más, también recoge que: “los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”.

A esto hay que sumar los cinco acuerdos del Estado Español con la Santa Sede, realizados entre 1976 y 1979. Es aquí donde se enmarca la actuación de las administraciones públicas con la Iglesia Católica. Cabe recordar que otras confesiones han alcanzado acuerdos similares con el Gobierno de España y, que yo sepa, nunca se han cuestionado.

Evidentemente, la estructura de la Iglesia es muy amplia y diversa, desarrollando su labor en una sociedad compleja y que cambia a un ritmo vertiginoso. Su transformación para adaptarse a la sociedad es lenta pero continua, por eso suele ir por detrás en la modificación de planteamientos de tipo social. A la par, la componen miles de millones de personas y realiza una increible gama de actividades de tipo religioso y social. Todo esto hace que haya cometido muchos errores en el pasado, que los siga cometiendo actualmente y que los cometerá en el futuro. Pero mi madre siempre me decía que “en todas las casas se cuecen habas y en la mía a calderadas” o como se recoge en el nuevo testamento: “Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.

Por eso hoy quiero recordar la labor que lleva a cabo la Iglesia Católica a través de Cáritas Diocesana: en acción social, con la acogida y acompañamiento a las personas vulnerables y excluidas; en economía social, desarrollando proyectos que ponen a las personas en el centro de la actividad económica y facilitan su acceso a un trabajo digno; en cooperación internacional, llegando a las personas más empobrecidas del planeta; y en emergencias, actuando antes, durante y después del desastre, conflicto o crisis humanitaria.

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También quiero tener presente a las misiones de la iglesia repartidas por todo el mundo, en las que más de cuatrocientos palentinos dedican todo su tiempo a ayudar, atender y colaborar en las distintas sociedades en las que viven, con el fin de proporcionarles un apoyo evangélico y también un soporte social.

Estas son dos actuaciones, entre otras muchas, que demuestran el compromiso social de la Iglesia Católica y que creo que se deben resaltar y no sólo hacerlo con los aspectos negativos.