Antonio Ferrera y Emilio de Justo puntúan ante los toros de Victorino
El primero cortó la única oreja de la tarde mientras que el cacereño gustó mucho en su presentación en Sevilla. Escribano, división de opiniones
Sevilla
Casi tres horas ha durado la corrida de Victorino Martín celebrada este sábado en la Real Maestranza y lo cierto es que nadie puede decir que se haya aburrido. Interesante encierro con el hierro de la A coronada que hubiera dado mucho más de sí si el viento no hubiera molestado tanto. Con todo, puntuaron Ferrera, que cortó la única oreja de la tarde, y el debutante Emilio de Justo, que fue ovacionado en su lote. Escribano fue despedido con división de opiniones.
- ficha del festejo
Toreando con oficio sobre los pies, Antonio Ferrera se templó de capa ante el toro que abrió plaza, un animal con casta, serio y exigente ante el que el extremeño estuvo torerísimo, siendo ovacionado tras pinchazo y estocada. El cuarto tuvo tralla de salida, pero tras dos fuertes puyazos el animal sacó calidad y duración, aprovechándolo Ferrera sobre todo por el pitón derecho y a pesar del molesto viento. Una estocada desprendida, ahora sí, puso en su mano la única oreja de la tarde.
Manuel Escribano recibió a sus dos toros a portagayola, tragando en el parón que le pegó el primero, que le desarmó en el encuentro, y en la larga espera del segundo. La faena a ese primer toro la brindó el de Gerena a Curro Romero y la pena fue que el de Victorino nunca empujó hacia adelante en la muleta y al final sacó condición de alimaña por ambos pitones, incluyendo una fea voltereta por el izquierdo, por fortuna sin consecuencias. En el quinto fue otro cantar. El toro más chico de la corrida tuvo cierta nobleza y movilidad, aunque no humilló nunca. El tercio de banderillas, que como en su primero protagonizó el propio Escribano, se hizo eterno y desconectó por un momento a un respetable que acabó tomando partido por el toro.
Gratísima impresión la que causó el cacereño Emilio de Justo en su presentación ante el público de Sevilla. Su primero fue un toro exigente que no llegó a rematar en el último tercio. Sí lo hizo el torero, que aguantó las desafiantes miradas del morlaco para lograr algunos muletazos extraordinarios sobre todo al natural. Los dos pinchazos previos a la definitiva estocada le dejaron si mayor premio. Al sexto, el más grandón del encierro, lo recibió con templadas verónicas genuflexas. De salida, humilló el toro, pero perdió celo en la muleta, donde por la insistencia del torero hubo un par de series de nota al natural.