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Leyendas de Cuenca en torno al símbolo de la cruz y al 3 de mayo

Desde la Cruz de los Descalzos a las hogueras del 3 de mayo, religión y cultura perviven en el recuerdo conquense

Hogueras del 3 de mayo en los barrios de Cuenca. / Cadena SER

Hogueras del 3 de mayo en los barrios de Cuenca.

Cuenca

Cruces que han marcado creencias y que nos sirven de señal de que nos encontramos en un lugar de culto, avisándonos del respeto hacia esas creencias. ¿Cuál es el significado y simbolismo de esta figura? Historias y leyendas donde las cruces son las protagonistas, creando un folklore popular que perdura en la actualidad. Una cruz que fue tocada por el mismísimo diablo, levantada a modo de gratitud o como recuerdo de un amor. Fiestas, creencias, cultura popular, todo ello creado alrededor de la figura ancestral de la cruz. De eso hablamos en este espacio de Misterios Conquenses con Sheila Gutiérrez y Miguel Linares, y que se emite los martes en Hoy por Hoy Cuenca.

Leyendas de Cuenca en torno al símbolo de la cruz y al 3 de mayo

12:07

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Antes de hablar de cruces, tenemos que hablar de las piedras. Para el hombre primitivo eran símbolo de perennidad, inmovilidad, unidad, energía y fuerza. Han sido adoradas por la sacralidad que contenían debido a su forma, origen o tamaño; concediéndoles tanto un significado mágico como religioso. Las piedras sagradas (de forma esférica o a modo de columnas cilíndricas), eran las imágenes anicónicas empleadas para la representación de los dioses cuando el hombre todavía no los imaginaba como personas.

Por ejemplo en la antigua Grecia, se adoraba una piedra que decían haber caído del cielo. En el siglo II Pausanias habla de unas piedras sagradas situadas en el interior de los templos, con formas piramidales y coronadas con cabezas de divinidades. Dentro de la religión romana, el dios Terminus era el protector de los límites y su origen está en el culto a las piedras destinadas a marcar los límites en la religión indoeuropea.

Además de estos cultos, debemos mencionar aquellos rituales especiales que estuvieron dedicados a la piedra como materia. Muestra de ello son las covachas excavadas en la roca que se han encontrado próximas a algunas canteras del centro peninsular. Estos espacios presentan una chimenea y un altar, posiblemente empleado para algún tipo de ritual llevado a cabo por las gentes que trabajan la piedra, las cuales habrían desarrollado un tipo de religiosidad vinculada a los medios y recursos que les permitían la subsistencia.

Al igual que ocurrió con el resto de cultos paganos, el Cristianismo adaptó el culto dado a las piedras a su religión y para ello superpuso las celebraciones de sus festividades a las antiguas, erigió ermitas junto a elementos paganos, colocó cruces sobre las piedras y las marcó con cruces incisas. Un ejemplo de esta mezcla de elementos antes comentada podemos verla en el yacimiento paleolítico de Buendía en Cuenca. Aquí observamos grandes cazoletas excavadas en la roca, destinadas a realizar sacrificios, junto a pequeños agujeros para recoger el agua de lluvia los cuales han sido transformados en los extremos de una cruz.

Como hemos visto, lo antiguo pasa a ser nuevo. Un lugar de poder se adapta para la religión del imperio que en ese momento histórico reina. Y la cruz donde Cristo fue crucificado, uno de los símbolos cristianos por excelencia, se adapta a esos lugares.

La cruz del diablo

La conocida en Cuenca como cruz del diablo o cruz del convertido se encuentra la bajada a las Angustias, justamente en la parte exterior del convento de los Descalzos. Según el nombre tenemos una leyenda u otra. La más conocida es la de la cruz del diablo. Reuniéndola muy brevemente, en el siglo XVIII un joven mujeriego llamado Diego se enamora de una joven y la corteja hasta conseguir una cita la noche de Difuntos precisamente en la puerta de las Angustias. Cuando Diego intenta pasar a mayores descubre que Diana, la joven, en vez de piernas tiene patas de cabra. Presa del miedo, escapa en busca de cobijo hasta la cruz de piedra; el joven se agarró fuertemente a esta, el diablo justo en el momento de encaramarse Diego a la cruz, le lanzó un zarpazo que rozó el hombro del joven y dejó una marca en la Cruz de piedra, en ese momento el diablo desapareció tras un relámpago.

Otra versión nos cuenta que Diego huye despavorido al ver que Diana es el demonio, va hacia el Convento de los Descalzos y cuando toca la base de la cruz su mano queda petrificada en ella. Su alma ya no pertenecía a la luz sino a las tinieblas.

Pero si hablamos de la cruz del convertido, la leyenda cambia. A finales del siglo XVI llegan a Cuenca los escultores Diego y Giralte, y se acercan a realizar unos trabajos en el convento de los Descalzos. Giralte había prometido no trabajar más en templos cristianos por haber muerto su hijo cuando trabajaba a gran altura en una iglesia. Tras el largo y sinuoso camino se sentaron a descansar a la sombra de un gran álamo que estaba en el atrio del convento de los Descalzos.

Atrio de los Descalzos.

Atrio de los Descalzos. / Archivo José Vicente Ávila

Atrio de los Descalzos.

Atrio de los Descalzos. / Archivo José Vicente Ávila

De pronto se desencadenó una gran tormenta. Parecía como si los empinados riscos de la hoz fueran a desgajarse sobre él. Diego fue a resguardarse de la tormenta junto al convento, pero Giralte se negó a seguir a su compañero. La tormenta arreciaba y una chispa eléctrica cayó sobre el álamo derribándolo sobre el suelo y arrastrando el cuerpo de Giralte. Los frailes del convento salieron a auxiliarlo y se fue recuperando durante unos días. Los frailes le convencieron para entrar en la iglesia y creyó reconocer a su mujer y su hijo en la Virgen de las Angustias con su Hijo en brazos. Como recuerdo de gratitud al milagro de su salvación, labró la cruz de piedra.

Existe otra curiosa pero menos conocida leyenda en el entorno de las Angustias, inspirada en un suceso real. A principios del siglo XVIII las tropas inglesas sitiaron Cuenca. Cinco mil ingleses luchando contra los ciudadanos, parapetados en la encastillada ciudad, en su fortaleza y rincones. La lucha más encarnizada se libraba en los alrededores de la ermita de San Bartolomé, situada frente al puente de los Descalzos, también conocido como puente de Carballido. Diez soldados conquenses luchaban en el interior de la ermita intentando cortar el paso. Ante tan feroz y numeroso ataque, el fuego prendió en el artesonado de la ermita y las llamas se extendieron con rapidez hasta dejarla inservible, saliendo de ella los defensores que murieron en la refriega y alguno quedó malherido. Tras la retirada de las tropas, acudieron a la destruida ermita los frailes franciscanos del cercano convento de los Descalzos. Allí encontraron los inertes cuerpos de los bravos defensores y entre ellos el de un joven soldado que se encontraba agonizante. Cuando el soldado recuperó el conocimiento, y viendo el estado en el que se encontraba, se confesó ante el fraile Buenaventura y le pidió que avisasen a una joven que vivía en la calle de San Pedro. Al llegar la dama al convento se abrazó al soldado herido y moribundo, ante la emoción de los frailes.

El joven herido entregó a la joven dama un puñado de monedas de oro que tenía en el bolsillo como regalo de bodas, puesto que aquella misteriosa mujer era su prometida, con la que tenía pensado contraer matrimonio. Le propuso que con aquel dinero mandase construir una cruz en aquel lugar donde por última vez había abrazado a su amada.

Geraldine Chaplin en la película “Peppermint frappé” rememora la leyenda de la Cruz de los Descalzos. Película de 1968.

Geraldine Chaplin en la película “Peppermint frappé” rememora la leyenda de la Cruz de los Descalzos. Película de 1968. / Cadena SER

Geraldine Chaplin en la película “Peppermint frappé” rememora la leyenda de la Cruz de los Descalzos. Película de 1968.

Geraldine Chaplin en la película “Peppermint frappé” rememora la leyenda de la Cruz de los Descalzos. Película de 1968. / Cadena SER

La cruz del 3 de mayo

La fiesta de las Cruces es una festividad que es celebrada en muchas ciudades de España. Antes del Cristianismo esta fiesta era un saludo a la primavera, se rendía culto a la fertilidad de la tierra, se exaltaba el amor y los sentimientos. Pero desde el año 324 de nuestra era, Santa Elena, madre del Emperador Constantino, al encontrar la Cruz de Cristo un 3 de mayo solicitó que fuera este día celebrado con júbilo.

El centro de la fiesta es la Cruz que se adorna con flores, plantes, guirnaldas y objetos decorativos. En torno a ella se baila, se canta y se organizan juegos. Según se aprecia, las primeras celebraciones populares de la Cruz de Mayo fueron en el siglo XVII. Lope de Vega escribió en su obra La Mejor enamorada, la Magdalena una versión cristiana de la copla: Este sí que es mayo famoso, dedicada a la Cruz de Mayo, dice así:

Este sí que se lleva la gala

Que es la Cruz en que Dios murió.

Este sí que se lleva la gala

Que los otros árboles no.

En Cuenca hasta los años cincuenta se venía celebrando las hogueras de la Vera Cruz. En las calles de la capital se encendían hogueras. Las niñas eran ataviadas con trajes multicolores e iban pidiendo algo de dinero para la "Cruz de Mayo". Incluso se levantaban cruces en la plaza de las escuelas. En Calderón de la Barca se levantaba una gran cruz, de igual modo se levantaban en otros barrios. Fiestas con un significado, en honor a la Independencia, a la Santa Cruz y a la fertilidad de los campos.

 
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