Las estocadas del Museo Taurino
El aguijón de Teodoro León Gross
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Málaga
Todas las administraciones, todas, han tenido sus fiascos: el Ayuntamiento con el Museo de las Gemas; la Junta con el Convento de la Trinidad y aquel Parque de los Cuentos, ¡vaya cuentos!; la administración central con la Biblioteca en San Agustín; y la Diputación también, con el Museo Taurino. Esto no va de siglas o de instituciones. Sencillamente todos, todas, tienen fiascos. Eso sí, algunos son fiascos de altísimo coste económico, como el Museo de las Gemas; otros son de un altísimo coste patrimonial, como el Convento de la Trinidad; y otros de un alto coste social como la Biblioteca.
El Museo Taurino, o más petulantemente Centro del Arte de la Tauromaquia, está lejos de tener esa dimensión, pero conviene detenerse ahí por otra razón: la manera de hacer política. Hace 4 años, el presidente de la Diputación, Elías Bendodo, presentó el proyecto como un hito para redimir un edificio maravilloso del centro histórico donde su antecesor, Salvador Pendón, había llevado el Patronato de Turismo. Bendodo afeaba a su antecesor el despilfarro exhibicionista, y presentó aquello como un ejemplo de racionalidad pública, un ejercicio de ejemplaridad, de habilidad gestora, de regeneración, en fin, todo ese blablablá.
Bendodo, en fin, imaginó el cielo… pero desde entonces aquello fue un infierno. La gala se celebró el 25 de febrero de 2015, con Anne Igartiburu y Cayetano Rivera en el Echegaray, y llamo la atención sobre la fecha: precampaña electoral. Al escenario subieron, claro está, Bendodo y el alcalde… Un año después, en 2016, ya se inició la rescisión del contrato, y se conminó a marcharse al empresario que sólo hacía caja pero no pagaba; en enero de 2017, se llevó a pleno la rescisión, y para primavera había un ultimátum de 15 días, pero pasó 2017, también pasó 2018, y ahí sigue, corriendo 2019… Un fiasco impresentable.
Ahora ese empresario ha sido condenado por no pagar la fiesta de inauguración del Museo al Málaga Palacio. Claro que si no ha pagado nunca… ¿por qué aquella fiesta iba a ser una excepción? En realidad es perfectamente coherente: no pagó la inauguración puesto que se proponía no pagar nada. Eso fue lo que inauguró aquel día: no pagar. Pero los políticos picaron atraídos por la miel de los titulares en plena campaña. Cuatro años después, aquello está cerrado, el fraude ha sido colosal, y ya estamos de nuevo en campaña como si nada, haciendo promesas que se llevará el viento… o el presupuesto.