Ibán no tiene quien le quiera
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La opinión de Ángel Santiago Ramos
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León
El pasado mes de febrero cumplió 42 años. Desde los 26 ocupa cargos públicos y/o políticos que le han aportado casi la totalidad de sus ingresos económicos. Ha sido concejal del Ayuntamiento de León, diputado provincial, senador, miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE y director de la Fundación Pablo Iglesias. Desde hace unos meses preside la sociedad estatal Acción Cultural Española, un cargo que lleva aparejado un sueldo superior a los 110.000 euros anuales.
En su currículo consta su colegiación como abogado en Madrid, pero su actividad como jurista en estos quince años no pasa de ser algo testimonial. De momento, Iban García del Blanco no precisa de la toga para comer. Si Pedro Sánchez sigue entendiendo la cultura como parte de un entretenimiento colectivo que no excluye frivolidades, pueden dirigirla los Maxim Huerta, Bosé, Jesús Calleja o el mismo Iban.
Con dinero, pero sin poder orgánico de las bases del partido, Del Blanco insiste una y otra vez en meter su cabeza en el socialismo leonés. Con la venia de Sánchez y contra la mayoría de los militantes está tratando ahora de ser cabeza de cartel socialista en las próximas elecciones al Congreso de los Diputados.
No es fácil conjugar la vida democracia con la imposición a dedo de los candidatos. Blanco, para quienes le conocemos de cerca, es un político sin alma y adaptable a los intereses personales más generosos. Su gestión municipal durante nueve años dejó lagunas de criterio y honestidad. Junto al alcalde, Francisco Fernández, y el actual candidato, José A. Díez, entre otros, llegaron a abanderar con intensidad un discurso social-leonesista que dejó a su electorado sin aliento y sin patria.
No es fácil, ni barato políticamente, colocar de cunero a un hombre que hace tiempo que, guiado por la suerte, hizo las maletas para vivir de regalo en regalo en la capital de España. En León, sólo pujan por él un puñado de compañeros y algún periodista en espera de dádivas.