La sanidad en Málaga en clave de payasada
Málaga
Sí, sobran motivos para hacer un balance implacable de la sanidad andaluz bajo la larga hegemonía socialista; ante todo, por ese medio millón de pacientes-fantasma en las listas de espera. Una cifra de vergüenza. Y sin embargo, el delegado de Salud en Málaga se ha convertido en la estrella de la semana con una nueva entrega de sus videos virales en la que, armado con rotuladores, cuenta que la Junta de Andalucía no hizo nada por el tercer hospital, pero nada de nada, y en cambio él, en veinte días, ya ha avanzado prodigiosamente y suma un puñado de carpetas.
El aguijón de Teodoro León Gross
02:19
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Vaya por delante que el delegado miente. Por supuesto es ridículo, realmente ridículo, pero miente. Y además miente con un estilo zafio y ramplón.
Que el delegado no haya sido censurado por Bendodo –al revés, ha recibido sus bendiciones, o sus bendodiciones– no debería sorprendernos. La mentira y el mal estilo venden bien en estos tiempos que corren.
Por demás, siempre se podrá dudar si la copa de vino sobre la mesa del delegado indica que cometió el pecado imperdonable de grabarse en condiciones en que no superaría un control de tráfico. Puede ser. El video, en todo caso, es un ejercicio ebrio de política basura.
Sin duda, hay sobradas razones para criticar sin medias tintas la gestión socialista de la Junta. Desde asuntos clave como los fondos europeos a asuntos menores como el carril bici, hay sobradísimas razones. Y el tercer hospital es una razón mayor, claro que sí, pero Bautista ha caricaturizado ese fracaso mintiendo y ridiculizando el trabajo de muchos profesionales, como le ha recordado el ex consejero Arboleya, desinteresadamente durante año y medio.
Bautista no solo da una imagen cerril –por cierto, ya ha tenido que salir a disculparse por otro patinazo en vídeo– sino de político bananero. Alguien, quizá no Bendodo, visto lo visto, pero alguien sí debería explicarle que lo que es gracioso en un médico harto de su centro de salud, no vale para un delegado institucional. A menudo, cuando uno aspira a ser martillo de herejes, acaba en payasillo de fieles.