Un mundo mágico de piedra crece en la llanura manchega de Villares del Saz

Cuenca

Guillermo Muñoz Romero tiene 70 años y una afición que le acompaña a lo largo de su vida: las bellas artes. Natural de la localidad conquense de Villares del Saz, de joven se dedicó en su pueblo a la agricultura hasta que su vida le llevó por otros derroteros.

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Terminó en Getafe (Madrid) al frente de una tienda de productos y material de Bellas Artes. Conseguía así uno de sus sueños aunando afición y un modo de ganarse la vida. Ya jubilado, la tienda queda en manos de sus hijos y él, con más tiempo libre, decide dedicarse a crear, a pintar, a esculpir.

Con el permiso del Ayuntamiento de Villares del Saz, Guillermo empezó a crear esculturas en un paraje de titularidad municipal, un roquedal rodeado de almendros en medio del campo de labor. Allí ha creado un mundo mágico en el que se descubren cocodrilos, elefantes, búhos, un pastor y una pastora, una sembradora…

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Un mundo mágico que crece porque Guillermo tiene previsto ampliar los personajes que habitan su museo de esculturas al aire libre. Lo próximo será un pato con sus crías “porque también van muchos niños y les gustan los animales”, nos ha dicho en la entrevista que hemos mantenido con él en Hoy por Hoy Cuenca.

Creativo y activo, Guillermo pinta cuadros y es también un apasionado del coleccionismo y de la arqueología. Es un habitual en el mercado medieval de Villares y en el romano de Valeria. Conocedor de la Ruta de las Caras de Buendía (Cuenca) no descarta terminar creando un recorrido similar en su pueblo.

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