Modesto Wallin: sombrerero de postín y presidente del Veloz Club, la primera entidad ciclista en Álava
La eclosión de la bicicleta a principios del siglo pasado provocó que el Ayuntamiento prohibiera la circulación en las aceras
Vitoria
Un suizo llamado Lorenzo Wallin Eslinch, natural de la localidad de Eskylterura – según consta este dato en el Archivo Histórico Diocesano -, desembarcó en Vitoria en fecha no datada y estableció en 1830 un pequeño negocio para la fabricación y venta de sombreros, que resultó exitosa. Alberto Angulo Morales en su libro “El banco de emisión y descuento de Vitoria” da cuenta de que en su fábrica en 1844, “trabajaban seis operarios, lo que suponía treinta y dos jornales diarios”.
El 26 de febrero de 1843 se “vitorianizó” al casarse en la parroquia de San Miguel con la gasteiztarra Modesta Tomasa Galatas Borricón, nacida el 25 de febrero de 1816.
Casi cinco años después – el 25 de enero de 1848- Lorenzo fallecería y su viuda contrajo de nuevo matrimonio con Pedro Noel Guillot Chaudet el 20 de febrero de 1849. Noel Guillot tomó las riendas del negocio al morir su esposa Modesta Tomasa, el 5 de diciembre de 1860.
El periódico “El Español”, en octubre de 1847, hace una referencia a la actividad de ascensiones en globo, a la que se dedicaba el Sr. Guillot, al dar cuenta de su actuación en Valencia: “El aeronauta don Pedro Guillot se dispone a verificar una ascensión dentro de pocos días desde la plaza de toros. Este intrépido viajero ha verificado varias ascensiones en muchas ciudades de Bélgica, Alemania, Italia y Francia, obteniendo siempre el más feliz éxito.”
Sobre las aventuras espaciales del Sr. Guillot y sobre cómo conoció a Modesta Tomasa, Alfaro nos cuenta una historia de lo más original en su libro “Vida de la Ciudad de Vitoria”: “Trato de elevarse, por primera vez en Vitoria, un globo aerostático tripulado por un hombre. Cuando el montgolfier hinchado por humo empezó a elevarse, llevando suspendido a un francés llamado Guillot, sin duda, por la insuficiencia de aire caliente comenzó a dar tumbos, terminando por caer sobre los graderíos atestados de público. Los aldeanos, armados siempre de sus inmensos paraguas, se defendieron con ellos de la mole que se les venía encima y después, indignados, la emprendieron con el pobre aeronauta fracasado, quien, habiendo perdido el sombrero en la refriega, salió corriendo en busca de un establecimiento donde adquirir otro cubre-cabezas (no se concebía entonces el sinsombrerismo), topando con el de la Viuda de Wallin, situado en la calle Postas. La dueña debió no solamente proporcionarle un artefacto a la medida, sino también prodigarle tanto consuelo en su aflictiva situación, que Guillot decidió casarse con ella. Falleció la viuda y la sombrerería se llamó de Guillot y más tarde, al morir este, heredada por un hijo del primer matrimonio de la viuda, tomo el nombre de Sombrerería de Modesto Wallin.
Efectivamente Modesto Wallin Galatas, nacido en Vitoria en 1844, heredó la profesión y continuó con el negocio fundado por su padre, regentando la sombrerería que se ubicaba en la calle Postas número 4 ó 6 (numeración según el nomenclátor que se consulte, de dos épocas distintas).
Partiendo de la esquina de esa calle con la plaza General Loma, se encontraba en primer lugar el comercio de López (hoy Movistar), a continuación estaba Casa Hueto (hoy Landaburu Etxea) y, después, la sombrerería de nuestro protagonista (hoy farmacia).
Modesto era “Sombrerero de Cámara de Su Majestad”, un título que figuraba en los anuncios de la sombrerería como reclamo para la clientela. Así se puede constatar en dos anuncios de 1893 y 1904, que reproducimos más adelante. También aparecía impreso ese extremo en las facturas emitidas por su comercio, entre ellas una de 1905 en la que aparece que vendió al Conde Del Valle una gorra “chaufleur” por seis pesetas.
Tenía un extenso surtido de artículos “destinados al clero, la milicia y el elemento civil”: sombreros de teja, de copa, bonetes, solideos, alzacuellos, birretes, chisteras y gorras. Utilizaba para algunos modelos piel natural de castor, pelo de topo y pelo raso. Para señoras, niñas y niños vendía sombreros de paja italiana, manila, paja cosida, palma y jipijapa (sombrero hecho con hojas de una planta americana con ese nombre). Si, con el tiempo, el sombrero de paja perdía su color blanco original, Modesto se encargaba de blanquearlo y dejarlo como recién salido de fábrica.
El Museo del Traje, perteneciente al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte conserva una chistera con su caja fabricada por Modesto Wallin. Es descrita de la siguiente manera: “Chistera negra de raso de seda, con ala curva rematada en cinta acanalada de algodón negro, que se repite en la base de la copa, rematada en uno de sus lados por pequeña lazada plana del mismo tejido. El forro es también de raso de seda, la parte de la copa en color blanco y con la marca estampada con un escudo coronado. Tiene mecanismo interior de metal para plegarla, que se ve por un amplio orificio interior.”
En enero de 1880, Wallin pasó a formar parte de “la flor y nata” de los negociantes vitorianos como miembro de la Junta Directiva de la asociación “Unión Comercia, Fabril e Industrial de Vitoria”, junto con otros comerciantes de familias bien situadas económicamente. Eran miembros de aquella junta también: Pedro Ollacarizqueta (con comercio en la antigua plaza de Bilbao número 1), Narciso Buesa (droguería en la calle Prado y tesorero del Circulo Vitoriano), Sebastián Alonso (secretario de Electra Hidráulica Alavesa), Bruno Quintana, Cipriano Elvira, Lujardo Martínez de Osaba y C. Guinea.
Hizo sus pinitos políticos, que no resultaron triunfantes. En abril de 1881 participó en las elecciones municipales como candidato a concejal por los liberales, junto a Joaquín Urbina Sola, por el distrito del Hospicio, pero no salió elegido al conseguir más votos los candidatos carlistas.
EL VELOZ CLUB VITORIANO
El Archivo Histórico Provincial de Araba/Álava conserva el libro de registro de todo tipo de sociedades legalizadas por el Gobierno Civil. En él figura que la primera entidad deportiva inscrita en nuestro territorio fue el Veloz Club Vitoriano. Se inscribió en 1888 y su primer presidente fue precisamente Modesto Wallin.
Dada su afición a los “velocípedos” y, como presidente del Club, Wallin compatibilizó en su local la venta de sombreros con la de bicicletas. Todos los modelos eran de importación: bicicletas francesas, inglesas y alemanas de las marcas Bert, Rudge, Roullete, Pheb y Adam Opel.
Con el club ya en marcha, Wallin solicitó al Ayuntamiento, en junio 1888, permiso para celebrar carreras de velocípedos todos los meses, en domingo, en el parque de La Florida. La autorización le fue concedida. Se le señalaba, eso sí, que las pruebas debían finalizar a las once de la mañana, por lo tanto, la competición debía comenzar a la temprana hora de las ocho y media.
El Anunciador Vitoriano se quejaba de ese horario: “horas en nuestro concepto sobrado tempranas para mucha parte del público que deseaba presenciarlas. Las señoras, y sobre todo las señoritas, necesitan más tiempo para componer su toillete, y es probable que no asistan por esa causa. No alcanzamos qué inconveniente tiene el Municipio, en que esas carreras se celebren de once a una.
Para estar sentados, mas atractivo tiene el ver pasar como relámpagos a los jóvenes cavalgantes en biciclos y bicicletas, que ver contemplar las musarañas y mariposas.”
Esta crítica produjo su efecto y el Ayuntamiento, finalmente, permitió que las carreras comenzaran a las diez de la mañana.
En julio de aquel año, el Veloz Club desarrollo en el parque de La Florida las primeras carreras de su historia como entidad. Se trataba de carreras de velocidad “en pista”. Ponemos como ejemplo el programa desarrollado el 15 de julio, que abarcó cuatro apartados: “Despejo” para todos los velocipedistas (760 m.); “Hándicap” para biciclos (1520 m.); “Hándicap” para bicicletas (1520 m.); “Hándicap” general, para toda clase de maquinas (2280 m.)
El biciclo era una máquina, con la rueda delantera de gran diámetro y la trasera de pequeño tamaño. La modalidad de “hándicap” consistía en que alguno de los ciclistas con más potencia física, daba ventaja al resto al iniciarse la prueba.
Reproducimos completa la crónica aparecida en el periódico El Alavés relativa a la segunda convocatoria de carreras celebrada el 22 de julio de 1888, en la que se aprecian las diferentes modalidades: “A las diez de la mañana, con un hermoso tiempo y extraordinaria concurrencia, se verificó la segunda carrera mensual de velocípedos organizada por el Veloz Club Vitoriano.
Primera carrera,”Despejo”, por todos los velocipedistas. Segunda carrera, Hándicap; biciclos, distancia recorrida 1520 metros; tiempo que tardaron 3‘25”. Llegó primero a la meta el señor Arámburu (D. Ángel) que había dado una ventaja de 20 metros a los señores Diaz y Leveque. El señor Tolosana salió cediendo a sus rivales 190 metros. Tercera carrera, Hándicap, bicicletas, distancia recorrida 1520 metros; tiempo 3‘28” . Ganó esta carrera el Sr. Ibargoitia que salió 30 metros atrás de la meta ; el segundo Lorente, que dio 70 metros de ventaja a sus compañeros. En una de las curvas en la cuarta vuelta los Sres. Balanzategui (D. P.) y Lorente que iban iguales, tropezaron, quedando retrasado por efecto de la caída el Sr. Balanzategui. Cuarta carrera, Lentitud, biciclos, distancia recorrida 190 metros. Ganaba quien llegaba a la meta el último sin caerse o poner pie en tierra. Cayeron todos los que tomaron parte en esta carrera excepto el Sr. Tolosana, siendo por lo tanto éste el que ganó la carrera. Quinta carrera, Lentitud; bicicletas, distancia recorrida 190 metros. El señor Ibargoitia ganó esta carrera. Sexta carrera, Hándicap general; Distancia recorrida 2280 metros; 5'15”. Desde las primeras vueltas quedaron disputándose el triunfo tres biciclos, llegando el Sr. Tolosana a la meta cerca de media vuelta de pista, antes que sus contrincantes los Sres Diaz y Arámburu.
El periodista se quejó del precio cobrado a los espectadores por estar sentados en una silla. El contratista de la concesión, aprovechando la gran afluencia de público, cobró diez céntimos por asiento, cuando solo estaba autorizado a cobrar cinco céntimos.
Durante cincuenta años, siguieron disputándose carreras en la improvisada pista de La Florida. Reproducimos una fotografía de 21 de junio de 1936 que así lo confirma. Ese día se una prueba con motivo del Aberri Eguna, organizada por “Eusko Gaztedi Kirolzalea”.
Los velocipedistas del Veloz Club comenzaron a intervenir en pruebas celebradas en otras ciudades. Para no aburrir con excesivos datos al lector, nos referimos solamente a una de aquellas participaciones exitosas. En octubre de ese año – 1888 – en las carreras celebradas en Burgos con motivo de las fiestas de San Pedro, el segundo puesto fue obtenido por el Sr. Tolosana en la quinta carrera, e Ignacio Diaz alcanzó también el segundo puesto en la sexta prueba.
SOLICITUD DE PISTA-VELÓDROMO
A Modesto Wallin el circuito de La Florida le parecía muy encorsetado y deseaba contar con un espacio más amplio para que las pruebas tuvieran más longitud. Así que, en septiembre de 1889, se dirigió al Ayuntamiento por escrito solicitando la construcción de una pista-velódromo, argumentando en la petición que tantolosgobiernos como los Ayuntamientos y las corporaciones comenzaban a proteger a las sociedades deportivas, ofreciéndoles medios de desarrollo y contribuyendo con ello al fomento de los ejercicios físicos.
El Veloz Club ya tenía un gimnasio desde un año antes en el que entrenaban los ciclistas. El espacio estaba ubicado en el antiguo baile El Vascongado y contaba con un profesor contratado, respondiendo de este modo “a una necesidad que se dejaba sentir en esta población.”
Para dar salida a las competiciones en un recinto apropiado que atendiera al gran número de aficionados, Wallin solicitó al Ayuntamiento la construcción de una pista-velódromoen el parque de El Prado. Solicitó que tuviera una longitud de 500 metros y afirmaba que las obras serían de bajo coste y que no se alteraría la “frondosidad y bello aspecto del parque”.
La corporación acogió positivamente la idea y solicitó un informe al arquitecto municipal. Éste respondió que el presupuesto al que ascendería la obra sería de 4.500 pesetas, pero que en el ejercicio en curso no había consignación presupuestaria para poder llevarlo a cabo, por lo que, en caso de llevarse a efecto, debería incluirse una cantidad en los presupuestos de años venideros.
Finalmente, el parque del Prado se acondicionó, dotándolo de una vetusta pista-velódromo.
PRUEBA INTERNACIONAL
Damos cuenta, como ejemplo, de una de las pruebas celebradas en ese velódromo de El Prado. Fue en agosto de 1896 y contó con la participación de ciclistas extranjeros.
La primera carrera, de 2 kilómetros, estaba destinada a ciclistas locales y fue ganada por el Sr. Laza, que se llevó como premio un objeto de arte. En la segunda, con la participación exclusiva de corredores vasco-navarros, el ganador fue el Sr. Lavadie, al que se le premió con 100 pesetas. En la tercera, con carácter internacional y de 5,2 kilómetros, ocuparon los tres primeros puestos los ciclistas franceses Honaneau, Beconnais y Besy, que recibieron como premio 400, 200 y 100 pesetas respectivamente.
Hubo otras cuatro pruebas: para corredores nacionales; hándicap internacional; de consolación, para corredores que no obtuvieron premio en carreras anteriores y de tamdens (bicicletas para dos personas).
El Prado estuvo animadísimo, a veces en exceso, ya que hasta hubo broncas y alguna pelea que fueron silenciadas con la actuación de la banda municipal de música que amenizó el acto. Los forasteros que asistieron al espectáculo salieron complacidísimos y ponderando las condiciones del “improvisado” velódromo.
En 1897 los precios de las localidades para presenciar las carreras en este recinto, en el que se controlaba la entrada, eran los siguientes: silla de preferencia, 3 pesetas; silla primera fila 2 pesetas; sillas segunda fila, 1,50 pesetas; billetes de libre circulación, 2,50 pesetas; asiento de banco de piedra, 1 peseta; silla sin numeración, 1 peseta.
LA CARRERA PARÍS-BURDEOS-VITORIA-MADRID
En 1903 se disputó una carrera internacional destinada a motocicletas y automóviles. Estaba previsto que constara de tres etapas: París-Burdeos, Burdeos-Vitoria y Vitoria-Madrid, con un total de 1.307 km.
En Vitoria se organizaron los preparativos con todo detalle para recibir esta prueba. Modesto Wallin formó un grupo de 50 ciclistas-guía a los que entrenó durante varios días, con ensayos por las calles, para cuando la carrera entrara en Vitoria. Se trataba de que los ciclistas fueran por delante de los vehículos participantes, a medida que fueran llegando de forma individual o en grupos, para guiarlos al atravesar la ciudad, a una velocidad prevista por la organización, de 15 kilómetros por hora.
Por su parte, Diputación y Ayuntamiento, repararon los firmes de las carreteras y calles para que los participantes tuvieran unas vías relativamente cómodas.
Se contrataron alojamientos para 400 personas, con la posibilidad de poder contar con 100 más si fuera necesario; se instalaron las señalizaciones de todo tipo; se montaron tribunas en la meta; etc.
La prueba dio comienzo en Versalles a las tres y media de la mañana del día 25 de mayo. Los vehículos tomaron la dirección a Burdeos, final de la primera etapa. A pocos kilómetros de la salida una mujer falleció, tras sea atropellada. Varios participantes murieron en accidentes, en choques o vuelcos. Finalmente, fueron siete los muertos, entre ellos Marcel Renault, hermano de Louis Renault fundador de la compañía del mismo nombre.
Ante esta catástrofe, el gobierno francés suspendió la carrera. Vitoria se quedó sin poder disfrutar del final de la segunda etapa, y los ciclistas de Wallin no pudieron lucirse.
OTRAS ENTIDADES
La afición al ciclismo fue en aumento en Vitoria en aquella época y, paulatinamente, se fueron creando más entidades deportivas dedicadas exclusivamente a este deporte que continuaron la labor iniciada por Wallin y el Veloz Club: Ciclo Alavés (1895); Club Ciclista Vitoriano (1896); Sociedad Ciclista Vitoriana (1905, 1ª inscripción y 1926, 2ª inscripción). También otros clubs polideportivos, incluyeron al ciclismo entre sus actividades: New Club (1907); Unión Sportiva Alavesa (1907); Club Deportivo (1918).
En 1905, el parque de bicicletas en Vitoria había aumentado considerablemente, ya que era un vehículo habitual para trasladarse.
Dado que diariamente el tráfico de bicicletas por la ciudad era ya muy importante, y empezaba a haber problemas con los peatones, el Ayuntamiento publicó un bando prohibiendo terminantemente transitar a los velocipedistas por los paseos, aceras y andenes de la ciudad. La velocidad a la que deberían llevarse los velocípedos dentro de las calles de la población, se señalaba, “debía ser aquella que permitiera poder pararlos en un momento dado.”
Curiosamente más de cien años después, esta situación se repite.
LAURAK BAT
El 15 de setiembre de 1889, se reunieron en Bergara (Gipuzkoa), los representantes de los cuatro clubs ciclistas siguientes: Veloz Club Vitoriano, Veloz Club Bilbaino, Veloz Club Guipuzcoano y Veloz Club Pamplones. Eran los únicos existentes dedicados al ciclismo en cada uno de los territorios.
Entonces no había ningún ente establecido que agrupara a las entidades deportivas. No habían sido creadas aún ni las federaciones provinciales, ni las regionales. Así que la mencionada reunión sirvió para crear la primera asociación de clubs de ciclismo, a la que denominaron “Laurak-bat” (los cuatro uno).
En el acta fundacional se destacaban los objetivos de la nueva agrupación, entre los que se encontraban: “Unir a los velocipedistas vasco-navarros. Desde hoy en adelante los socios de los clubs serán considerados en todas ocasiones como socios de los tres restantes. Formaran un solo club, siempre que haya de tomarse acuerdos que afecten a las relaciones de unos con otros; y siempre que haya necesidad de resolver alguna cuestión con clubs del resto de España. Representantes de los clubs y socios, demostrarán todos los años en fraternal reunión, que la verdadera divisa de los cuatro clubs es la aceptada de Laurak bat.”
Se estableció la celebración anual de una asamblea, con la asistencia de todos los velocipedistas para tomar los acuerdos que fueran necesarios y también se aprobó la creación de un órgano de información, para estar al día de las noticias relacionadas con el ciclismo local, estatal e internacional. A la revista se le denominó “La Bicicleta”, y publicó su primer número en enero de 1890.
El acta fue firmada por: José Picaza (presidente del Veloz Club Bilbaino): Gregorio Vignau de Lazcano (vicepresidente del Veloz Club Guipuzcoano); Modesto Wallin (presidente del Veloz Club Vitoriano); Julián Larrainzar (secretario del Veloz Club Pamplones).