Todo okey, José Luis
El Celta intenta recuperarse de lo ocurrido en el Alfonso Pérez
Vigo
El spanish VAR es como aquel axioma de Groucho Marx de “estos son mis principios y si no le gustan, pues aquí tengo otros”. Todo parecía controlado, creíble, la tecnología al servicio del fútbol y todo el mundo aplaudió. Incluso se entendió que el Goal Line era demasiado avanzado y caro y que quedaría para más adelante. Todo estaba okey, José Luis...hasta que se crearon campañas contra el VAR. O mejor dicho, contra los árbitros de VAR. Que si chocaba la mano porque se alegraba de un gol en contra de un determinado equipo; que si unos llamaban mucho a los árbitros de campo y otros estaban como el peluquero Juan Miguel en Gran Hermano Dúo; o que si otro decía la famosa expresión de “todo okey, José Luis”. A partir de ahí, cambió por completo el criterio o la toma de decisiones. Las presiones también influyen para mojarte o no mojarte. Se pasó a una especie de VAR a la carta o como los pimientos de Padrón que en unas jugadas pican y en outras non. El Celta, siempre respetuoso, siempre callado, siempre en un perfil bajo tuvo que aguantar durante mucho tiempo chaparrones de sus aficionados por su respetuosa inacción. Le recriminaba la afición celtista algunos arbitrajes poltergeist pero el Celta prefería mantener su elegante postura. Decisión que choca contra las barras de VAR en las que se apoyaban jugadores, entrenadores y presidentes de otros clubes rajando como si no hubiese mañana. Como si el VAR fuese un sistema creado para perjudicarles a la carta. Y ahora que el Celta se está jugando el cocido con la amenaza del descenso latente, se ha tenido que enfrentar a dos rivales que supieron moverse previamente en las barras de VAR: Valladolid y Getafe.
El Celta llegaba moribundo y comatoso a Valladolid y se encontró una semana en la que el entrenador rajaba del VAR, los señores de negro de la Liga se acercaron hasta Pucela para tranquilizar al equipo castellano y para explicarles las bondades del sistema; mientras, el público preparaba una protesta por los “atropellos” sufridos por el Valladolid. En ese partido en el que el Celta iba por delante en el marcador y, con 0-1, el árbitro de campo decide no ver un penalti de Nacho a Brais por agarrón cuando el de Mos iba a rematar. Podría haber sido el 0-2 y casi la sentencia. El colegiado VAR dijo que “todo ok, José Luis”. El Celta que vio como en Getafe le pitaron a Hugo Mallo una falta personal de baloncesto como penalti, todavía recuerda el intento de remate de Wesley Hoedt en un córner con 0-1 en el marcador y con Alcaraz subido en su chepa de 1,92 metros. “Todo okey, José Luis”. El Celta acabó perdiendoen Zorrilla y volvió a su Tiempo de silencio como Luis Martín Santos.
Después de salvar el matchball del Sevilla, el equipo de Cardoso llegaba a Getafe. Una localidad en pie de guerra. Una semana y media de barras de VAR en las que Bordalás, jugadores, Ángel Torres y demás rajaron del arbitraje sufrido en la Copa del Rey contra el Valencia en Mestalla. Ángel Torres es uno de esos presidentes que dan juego, ya no quedan muchos, y en los medios está muy bien considerado porque lo mismo raja de Marcelino, que de la mujer del técnico asturiano, que anuncia en noviembre que “le consta que la Federación quiere que bajen dos equipos madrileños y que uno de ellos puede ser el Getafe”. Ojo, dijo que le “consta”; después le quitó hierro diciendo que era una broma... de esas de barra de VAR. Ese canedismo que hace que caiga simpático en los medios de la capital, no tanto en los de “provincias”, y que el Getafe tenga su importante y generoso amparo mediático. Después de esas rajadas varias y reiteradas de jugadores, entrenador y presidente, la intensidad subió en la última semana y media contra el VAR. Pero no es nuevo, Mata se preguntaba en el Twitter al acabar el partido de San Mamés si se había ido la luz en la sala del VAR o Ángel Torres reflexionaba que “el VAR lo pagamos lo clubes y yo exijo una explicación de qué es lo que ha fallado, que no se me quede cara de gilipollas".
El Celta también se encuentró en Getafe otra protesta en la que se pedía RESPECT...al Geta, por supuesto. Y así fue. Bordalás se apresuró a decir al acabar el partido que "dos acciones puntuales no pueden restarle mérito a la victoria". Pues entonces ¿por qué todo el lío y todas las protestas que montaron Bordalás, Torres y los jugadores por “una acción puntual”, la expulsión de Djené, en Mestalla? Expulsión que, por cierto, se produjo en el minuto 74; la de Maxi Gómez en el 38. Pequeñas diferencias en esas “acciones puntuales” sin importancia.
Y en medio de la protesta de Getafe, González Fuertes, curiosamente el árbitro de VAR del Valencia-Getafe de Mestalla, se erigió en protagonista del partido. Dos cargas a Maxi de Djené como último hombre y de Cabrera dentro del área que fueron interpretadas como simples cargas con un criterio bien definido y que comparto; llega la jugada de Hugo Mallo y decide pitar el nuevo modelo de “penalti Nureyev” del lateral del Celta. Decide no apoyarse en el VAR y, Maxi, que había sufrido los arrumacos cariñosos de Djené y Cabrera le protesta por el agravio comparativo en la intensidad de los choques. Mal hecho la protesta, pero lo que no esperaba el uruguayo es que González Fuertes superase al colibrí a la hora de ejecutar la doble amarilla y la roja de Maxi. Si el colibrí es capaz de tener una frecuencia de aleteo entre 20 y 50 por segundo, en momentos puntuales puede llegar, como González Fuertes, a 100 por segundo. Ni insulto ni menosprecio; protesta y aplauso, todo en menos de tres segundos, mientras su mano subía y bajaba en una coreografía casi perfecta, a la que solamente le faltaba la imagen superlenta de la cámara de El Hormiguero para asombrarnos con esa capacidad de aleteo de las tarjetas con policromía rojigualda.
En el minuto 44 un Celta con diez se anima a atacar, Hugo Mallo se queda solo y marca el 1-2. El árbitro asistente decide levantar antes, no esperar a que acabe la jugada y que decida el VAR. Se consulta el VAR y, después de tres minutos, González Fuertes pita fuera de juego. En la segunda mitad, hay unas manos de Flamini dentro del área a tiro de Brais que volvió a quedarse en un “todo okey, José Luis”.Como diría Caneda eso era "pataca minuta" al lado de lo de la primera mitad.
Es curioso porque el partido Getafe-Celta estuvo incrustado entre un clásico y un derbi madrileño. En el clásico pudimos ver a Ramos y a Suárez protestarle al árbitro a menos distancia que dos bailarines de Lambada jugándose el campeonato del mundo y, mientras, el árbitro estar haciendo mentalmente la lista de la compra del Carrefour para pensar en la leche de oferta y no en los insultos que recibía a la misma velocidad del brazo de González Fuertes.
En el derbi madrileño sí vimos las rayas del fuera de juego, trazadas, vistosas, con colorines, puestas perfectamente y sin ningún tipo de problemas. Daba gusto ver el partido así. En nuestro partido, el de los pobres, parece que pensaron que, en Vigo, ya bastantes rayas tenían con las de los 1.200 vehículos marcados por el anciano Jocker de O Calvario.
Y el Celta dijo hasta aquí, José Luis. Salió al paso porque, en este nivel de efectividad, yo soy el Alavés y el Eibar, próximos rivales en recibir a los vigueses, y ya preparo protestas arbitrales contra el VAR. Estaría con los ensayos previos y encargando las pancartas de Respect. Por si las moscas.
El Celta dijo basta y se plantó. La afición se lo pedía, pero también los jugadores impotentes por no ser tratados con “respect”. Esas "dos acciones puntuales" que, si llegan a hacérselas al Real Madrid o al Barcelona, González Fuertes lo próximo que iba a arbitrar sería el tercer y cuarto puesto del Trofeo Carranza 2022. Pero como falló contra el Celta, le han designado para este fin de semana como árbitro de VAR para el Rayo-Atlético de Madrid. Todo okey, José Luis.
Recuerdo aquel arbitraje de Fernández Marín al Celta en un partido en el Bernabéu con los de Víctor Fernández disputándole el título de Liga. Todavía me lo recuerdan, de vez en cuando, los dos rusos. Fue un arbitraje terrorífico pero sin repercusión alguna porque el Celta era un equipo “de provincias” que, eso sí, jugaba muy bien al fútbol y caía simpático. Fue un “todo okey, José Luis” en versión analógica, protovárica, de cuando la moviola casi se tenía que ver con Manolo Escobar cantando aquello de "Y es que goles son amores" en Telecinco. El Celta ahora pide respect. Ojalá que el Celta y el resto de los clubes pidan respect pero para todos, no respect a la carta o un hoy por ti mañana por mí.
Ya lo decía en Los Marqueses de Matute su protagonista principal. En la obra de Luis Francisco Sevilla y Anselmo Carreño, reflexiona Patricio que “ni hay amigos ni hay interés por nadie, ni a nadie le importa lo ajeno, ni al ajeno le importa ná lo de nadie. ¿Tú crees que esos letreros que ponen diciendo “cuidao con la pintura” es pá que no te manches la ropa? !Miau! Es pa que no te lleves la pintura. ¿Y el que se tira al agua pa coger al que se ahoga? ?Lo hace por salvarle? Lo hace como el del cuento, porque lo empujan”. Mientras esto no sea así, en las barras de VAR, por ahora, estará “todo okey, José Luis”.