'Alegría divina'
Comentario de David Perdomo, en el 'Hoy por Hoy Las Palmas' del 6 de febrero.
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Comentario David Perdomo: "Alegría divina"
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Las Palmas de Gran Canaria
La Iglesia vuelve a nuestras vidas. En esta ocasión no es ni por una boda, bautizo o comunión; ni por los huesos de Franco; ni por un Drag Queen. La Iglesia vuelve a ser noticia por el dinero. Como siempre, a la Iglesia Católica le ha salido a devolver gracias a lo que se recauda por el IRPF pero este año se ha llevado un pellizquito más grande: 268 millones de euros. Eso sí es un milagro y no lo de los panes y peces.
La recaudación de este año, gracias a la famosa casilla donde se pone la X, ha sido la mayor de la historia. 11'6 millones de euros más que en 2017. En la Conferencia Episcopal no se lo creía ni Dios. Esperaban recibir menos este año, pero la leve recuperación económica y el leve aumento de contribuyentes que marcaron su casilla les han llevado al paraíso.
¿Y qué van a hacer con ese dinero? Pues esa respuesta, al igual que los designios del Señor, es algo inescrutable. Como recogen los compañeros de eldiario.es, lo más parecido a un ejercicio de transparencia es su 'Memoria Justificativa de Actividades'. Según ese documento, el dinero de la Renta podría destinarse hasta a trece apartados diferentes, desde actividad socio-caritativa, a atención pastoral, sanitaria, catequesis o arreglo de templos. Aunque la realidad es que ocho de cada diez euros recaudados se destinan a pagar el sueldo de los curas. Su salario no es alto, los sacerdotes españoles cobran de media unos 19.000 euros anuales. Pero hay que tener en cuenta que la mayoría de sus gastos también los paga la Iglesia, con el dinero de los impuestos y también con lo que recaudan de donativos o por el cobro de los "servicios pastorales" que no se registran y, por lo tanto, no pagan impuesto por ello.
Una parte mínima de lo recaudado por el Estado también se reparte entre Cáritas y la comunicación, entre otras cosas para el canal TRECE, la televisión de la Iglesia española, que ustedes pueden ver en paz. El problema de la financiación a la Iglesia no es que un Estado aconfesional le dé dinero público a una organización religiosa, porque también es cierto que 1 de cada 3 contribuyentes eligieron libremente marcar su casilla. El problema es que no se controla adónde va ni qué es lo que hace con el dinero. A fin de cuentas, nunca mejor dicho, el Estado es el que debería de gestionar el dinero de todos, para algo les elegimos como gestores y no a los curas ni tampoco a las ONG's. Pero cualquiera es valiente para cambiar eso porque seguro que le lloverían hostias, y no precisamente la de las misas.