Relator presupuestario
Con los presupuestos nos hemos topado. Vuelve a encallarse la negociación entre Canarias y Madrid a cuenta del Régimen Económico y Fiscal y el Estatuto de Autonomía. En seguida vamos con el último episodio, una falta de acuerdo sobre qué se incluye o no en la financiación destinada a las Islas, algo muy importante para calcular si se cumple o no con la inversión; este nuevo tira y afloja llega en un día en que la palabra de la jornada, y parece que de la semana, es relator. Si no la han escuchado es que han estado desconectados completamente -eso ya es tener suerte-. Relator se colaba ayer en los corrillos y portadas de los medios, y se colaba en el debate político tras el ultimátum de los partidos independentistas a Sánchez. Ya saben que sobre la mesa está la aprobación o no de unos presupuestos que pueden marcar el futuro próximo del gobierno socialista; pues con esos ingredientes se están jugando varias partidas. Jugando y también, vamos a decirlo, mezclando de manera poco responsable.
Está claro que el encaje de Cataluña en España pasa por el diálogo y el respeto a la leyes vigentes. Nadie podrá echar en cara al gobierno de Sánchez su interés por resolver una situación política desde la política. Otra cosa, y aquí es donde la mezcla se vuelve amarga, es tratar de resolver las reclamaciones de los independentistas como paso previo al apoyo de los Presupuestos Generales, y lo del relator parece encaminado a esta segunda posibilidad.
Pero al margen de este nuevo invitado al diálogo, uno se pregunta si un gobierno, independientemente del color político, debe supeditar todo a su propia supervivencia. Cataluña exige algo más que salvar el tipo; necesita un diálogo a la altura del reto y no una mercadería en la que se intercambian salvoconductos para sobrevivir un año más.