Paseo
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Firma de opinión. Rosa Lara. Paseo.
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Córdoba
Aquí va el primer paseo del año: “De la Corredera al Río, de una plaza urbana a un jardín fluvial”. De la plaza de la Corredera bajamos hacia la Ribera por la calle Sánchez Peña. En la plaza quedan los arcos, los soportales, sus casas, sus terrazas y sus bares, sus vecinos y sus visitantes, la antigua Cárcel y casa del Corregidor hoy Mercado, la casa de doña Ana Jacinto, próximo equipamiento cultural de la cuidad, y el Pósito, que está esperando uso.
Avanzando por Sánchez Peña y a la izquierda vemos la plaza de las Cañas, sombreada por prunus, sophoras, ginkgos bilobas, palmeras y jacarandas, al fondo de la plaza la iglesia del Colegio de la Piedad, con su portada de piedra y una sencilla espadaña.
Continuamos por la empedrada calle Armas donde nos encontramos varios balcones llenos de gitanillas y geranios, giramos a la derecha por San Francisco, y la primera a la izquierda nos lleva a la plaza del Potro. Aquí podríamos pasar horas embelesados, pero debemos continuar nuestro camino, paramos sólo un momento para percibir la belleza de la plaza y la tensión que generan los dos hitos que la flanquean, el Triunfo y la fuente renacentista coronada por el Potro. Cruzamos la calle Lineros, pasamos entre los naranjos de la calle Enrique Romero de Torres, llegamos a la Ribera y nos dirigimos hacia la izquierda al Molino de Martos.
Ahora toda nuestra atención debe centrarse en los reflejos de la luz sobre la lámina de agua y en las nubes, en el paisaje de la campiña si miramos hacia el sur, en el caserío y la sierra si miramos hacia el norte, en los habitantes del río, las garcillas, estorninos y grajillas, cormoranes, ánades, patos y gansos, con suerte se nos cruzará una nutria, a veces un martín pescador.
El patrimonio construido de nuestra ciudad no deja de sorprenderme, pero el río muchas tardes me arranca una lagrimita.