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El Gobierno habilitará un paso provisional en Ruente antes de tres semanas

La Consejería de Obras Públicas ha comenzado los primeros trabajos que consistirán en asegurar la ladera y la calzada

La magnitud del argayo y la inestabilidad del terreno ralentizan las labores de retirada de la tierra desprendida / Luis A. Portugal

La magnitud del argayo y la inestabilidad del terreno ralentizan las labores de retirada de la tierra desprendida

Santander

El Gobierno de Cantabria estima que antes de tres semanas podrá habilitar un paso provisional en la CA-180, en Ruente, 'si las condiciones climatológicas lo permiten', una vez que se retire parte de la tierra caída y se construya un muro de refuerzo que sujete la carretera en el tramo afectado por las inundaciones.

Estos trabajos, que han comenzado este martes, resultan imprescindibles para permitir el paso de vehículos en condiciones adecuadas de seguridad.

Esta vía quedó afectada desde el pasado jueves por un argayo que ha ocasionado importantes destrozos, cortado la carretera y dañado también el puente sobre el río Saja, situado a la misma altura del corrimiento, lo que ha interrumpido el acceso al Valle de Cabuérniga desde Cabezón de la Sal.

El consejero de Obras Públicas, José María Mazón, junto al director general, José Luis Gochicoa, ha visitado a última hora de la mañana las actuaciones en la zona y ha expuesto a los alcaldes de Cabuérniga, Los Tojos y Ruente la solución adoptada para habilitar cuanto antes una vía de paso para los vecinos.

Según ha explicado, los sondeos y el estudio geotécnico de la zona efectuados por el Ejecutivo han permitido identificar que el argayo continúa deslizándose sobre la roca que lo soporta y empujando hacia el río la carretera, que actúa como contrafuerte al corrimiento de la tierra.

Para habilitar el paso provisional, el Ejecutivo rellenará primero el muro de sujeción de la carretera derruido por el desbordamiento del río para posteriormente reforzarlo con un nuevo muro de hormigón.

Al mismo tiempo, se retirará toda la tierra caída para evitar nuevos desprendimientos y el desplazamiento que su peso provoca sobre la calzada.

La apertura total de la carretera se demorará unos tres meses, en función de la climatología, y pasa por la retirada de las cerca de 80.000 toneladas de tierra desprendidas.

Para ello, se contratará a una empresa especializada para que realice los trabajos desde dos puntos de forma simultánea, con el fin de acelerar al máximo los mismos

 

 
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