Una pena máxima
El Real Oviedo perdió 2-0 en La Romareda contra el Zaragoza en un encuentro donde falló un penalti con empate a cero en el marcador.
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Christian Fernández salta de cabeza junto a Papu. / La Liga
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Oviedo
La Romareda sigue siendo un territorio hostil para el Real Oviedo. Allí, esta noche, sumó una nueva derrota. Ya son 41 visitas con un pobre bagaje de tan solo 4 victorias. Se detiene así la racha del conjunto azul tras un partido donde el equipo carbayón no fue el mismo de jornadas atrás. Esta vez apostó jugar replegado y dejarlo todo a la contra. Aunque tuvo sus oportunidades, faltó más atrevimiento -como sí vimos en otros estadios o ante otros equipos- y lo terminó pagando caro. Todavía más si fallas un penalti pasada la hora del choque. Capítulo aparte merecen estas acciones porque la cifra asusta a cualquiera. De las últimas nueve penas máximas lanzadas, los ovetenses han fallado siete. Con este panorama es muy difícil llevarse los tres puntos, como así finalmente resultó.
Escucha la rueda de prensa de Juan Antonio Anquela
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El Oviedo se volvió de vacío de su visita a tierras aragonesas después de un doblete de Álvaro Vázquez. El segundo de sus tantos fue un auténtico golazo, digno más de un videojuego que de la vida real, pero el primero llegó tras un claro fuera de juego del delantero.
Empezó asustando el Zaragoza con un mano a mano de Delmás ante Champagne, pero el portero argentino estuvo rápido y le ganó la partida al defensa con una gran intervención. Cinco minutos después respondió el Oviedo con una jugada personal de Bárcenas que se fue por línea de fondo, pero se quedó con poco ángulo y no pudo meter en mayores problemas a Cristian Álvarez, que rechazó el esférico en el primer palo. El panameño se encuentra en un excelente estado de forma y de nuevo volvió a ser el más destacado de los suyos.
El portero del conjunto maño sí tuvo que emplearse a fondo más adelante tras un remate de cabeza de Mossa. Los locales mantenían la posesión cerca del área contraria mientras que el conjunto azul permanecía en su propio campo, defendiéndose con cierto orden, y saliendo a la contra de forma aislada. Era el único peligro que creaban los de Anquela porque si tenían que armar un ataque con el rival ordenado ya les costaba mucho más.
Al borde del descanso el equipo maño tuvo la oportunidad de adelantarse en el marcador por medio de Álvaro Vázquez, pero de nuevo se encontró con un inspirado Champagne.
En la segunda mitad se mantuvo el mismo ritmo. El Oviedo no encontraba fluidez en su medular y tanto Folch como Tejera jugaban demasiado cerca de sus centrales. Joselu era una isla, que se desfondó en tareas defensivas para intentar dar un poco de aire arriba, pero que no tuvo la posibilidad de aportar en los últimos metros. Donde más se le necesita. El onubense se marchó sin disparar a portería. La sensación era de que los azules estaban jugando con fuego. Avisó Zapater primero y Pombo después. Pero tras un saque de esquina botado en corto por Tejera para Bárcenas, llegó la ocasión más clara para los visitantes de todo el partido. Corría el minuto 62, el habilidoso extremo se metió dentro del área entre dos rivales y fue derribado claramente por Eguaras. Ante la ausencia de Sául Berjón, la duda estaba en saber quién iba a lanzar desde los once metros. Alanís cogió la responsabilidad y falló. Su disparo, algo centrado, fue adivinado por Cristian Álvarez. Desde Diego Cervero el Oviedo claramente echa en falta un especialista que pueda transformar los penaltis.
Esto fue una inyección de moral para el Zaragoza que mantuvo su plan hasta que en una jugada de fortuna encontró su premio. Diegui, en su intento de despejar la pelota, golpeó en Alberto Soro y el balón llegó a los pies de Álvaro Vázquez, que se favoreció de una posición adelantada, y batió con un disparo cruzado a Champagne. Fuera de juego claro que ni el árbitro ni su asistente fueron capaces de ver.
Quedaba un cuarto de hora de encuentro y la reacción desde el banquillo ya llegaba tarde, aunque tampoco se llevó a cabo en el mismo césped. El Oviedo estaba tocado, y prácticamente hundido. La puntilla llegó en el minuto 89 con una obra de arte de Álvaro Vázquez. El goleador de la noche se "disfrazó" de Ibrahimovich y remató de espuela un saque de esquina sorprendiendo a propios y extraños. Un gesto técnico magistral que levantó a toda la grada de La Romareda y que sin duda el futbolista no olvidará nunca.
2-0, y el Oviedo ve así frenada su dinámica positiva en un escenario que seguirá siendo de malos recuerdos para la afición carbayona. Ahora la plantilla cuenta con descanso hasta el próximo lunes donde ya empezará a preparar el siguiente compromiso liguero ante un rival directo como el Cádiz en el Carlos Tartiere (domingo, 16:00 horas).