'Mestiza' una mujer olvidada por la Historia
Hablamos con Gloria Muñoz, actriz que da vida a Francisca Pizarro, la primera mestiza del Perú
Gloria Muñoz en la terraza de la Cadena SER. / Carlos Hernández
Madrid
Vamos a viajar en el tiempo, concretamente al Madrid del siglo XVI. Descubrimos la vida de una de las muchas mujeres ninguneadas por la historia: Francisca Pizarro, hija del conquistador que, después de una vida difícil, se encerró en un jardín de la Calle Príncipe de Madrid para huir de las malas lenguas.
Francisca es la protagonista de ‘Mestiza’, la obra que ha escrito Julieta Soria y que dirige Yayo Cáceres que se escenifica hasta el 3 de febrero en el Fernán Gómez. Se centra en una conversación entre un joven Tirso de Molina (interpretado por Julián Ortega) y Francisca Pizarro Yupanqui, la primera mestiza del Perú (a la que da vida Gloria Muñoz).
A vivir Madrid | Mestiza en el teatro Fernán Gómez con Gloria Muñoz
14:09
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Francisca es una mujer con una mochila muy grande, que acaba en Madrid atrapada entre dos mundos: el de los conquistadores y los conquistados. “Su padre la trató muy bien, hizo algo insólito en la época: hacerla heredera de las encomiendas, las minas… no sé hasta qué punto es legítimo hacer esto con una mujer mestiza”.
Cuando estuvo viviendo en Madrid era famosa porque se gastaba mucho dinero en joyas, pero también en caridad. Gloria no conocía de la existencia de esta mujer a lo larga de la historia.
“Ayer vino una heredera de Hernando Pizarro, del marido de ella, estuvo viendo la función y dijo que le había entusiasmado y me contó que tienen en papel el testamento de Francisca a los 17 años”.
Ella es un ejemplo de que la historia la escriben los vencedores, de hecho la obra, escrita por Julieta Soria, cuenta cómo un joven Tirso de Molina va a su casa de Madrid para convencerla de que colabore para escribir un libro que blanquea las aberraciones que hicieron los españoles en la conquista de América . Una conversación improbable, pero no imposible.
En aquel momento Tirso tenía 19 años. Estaba a punto de tomar los hábitos, y la monarquía utilizaba a los escritores para hacer una propaganda interesada.
