Política | Actualidad
Vicente Álvarez Areces

Una vida con la política como motor de transformación

Nadie puede imaginar cómo sería hoy Gijón sin la Alcaldía de Tini, uno de los grandes protagonistas de la Asturias moderna

La última aparición pública de Vicente Álvarez Areces, dos días antes de su fallecimiento en la Junta General del Principado / María José Loché

La última aparición pública de Vicente Álvarez Areces, dos días antes de su fallecimiento en la Junta General del Principado

Oviedo

Tini siempre estuvo entregado a la política. Era política. Hiperactivo, desde aquel joven estudiante hijo de un guardia civil en la Universidad de Santiago que trabajaba sin desmayo en la organización del Partido Comunista de España, hasta el último minuto de su vida, siempre tuvo presente la misma idea: la política es el instrumento con el que se puede cambiar todo, desde nuestro entorno a la vida de la gente.


Ingresó en el PCE en 1962. Tuvo un papel esencial en la expansión universitaria del que en aquellos años era conocido como 'el partido'. Ya en Asturias, llegó a asumir en la clandestinidad la máxima responsabilidad de la organización más activa en la lucha por las libertades democráticas. Lo hacía de forma interina, cada vez que Horacio Fernández Inguanzo entraba preso. La ruptura con el Partido Comunista, tuvo la misma intensidad que su militancia, en la Conferencia de Perlora de 1978. Fue el primer gran conflicto que tuvo que afrontar Santiago Carrillo tras la legalización. Tini pasó un lustro centrado en la actividad docente y regresó a la política activa en 1983, cuando fue nombrado director provincial de Educaciónpor el primer Gobierno socialista de Felipe González. Dos años más tarde, el Ministerio de Educación le reclamó en Madrid, donde se incorporó al equipo del ministro, Maravall.

En 1987, asumió la candidatura del PSOE a la Alcaldía de Gijón. Lideró durante los doce años siguientes la transformación de una ciudad mercada por la reconversión industrial y el urbanismo salvaje tardofranquista. Nadie podría entender el Gijón de hoy sin la mano de Tini Areces. Sólo salió de su Gijón para optar a la Presidencia del Principado en 1999. Encadenó tres mandatos, hasta 2011. Después, en el Senado, fue uno de los socialistas con mayor actividad, llegando a ser portavoz de su Grupo en el periodo en el que el PSOE estuvo dirigido por una Gestora y hasta que Pedro Sánchez regresó a la Secretaría General.

Si echamos la vista atrás, podemos que se ha ido la figura que mejor podría representar la vida política del último edeio siglo en Asturias. Lo hizo siempre desde las instituciones y desde unas convicciones democráticas inquebrantales, que le llevaron a mantener algunos de los pulsos más sonados de la política asturiana. Se las tuvo con la vieja guardia del PCE, hasta que todo saltó por los aires en Perlora. Se midió con el aparentemente imbatible amo del SOMA y el PSOE asturiano, José Ángel Fernández Villa, que tuvo que tolerar la ascensión de un Tini más parecido a una fuerza de la naturaleza que humana. Tampoco fue cómoda la coexistencia con un onmipotente vicepresidente del Gobierno de España, Francisco Áklvarez-Cascos, que nunca ahorró medios para ningunearle, incluyendo célebres triquiñuelas de protocolo. A todo y a todos plantó cara, salvo a lo imposible: el accidente cardiovascular que se lo llevó de forma repentina e inesperada.

Muchos tenemos la sensación de que se cierra ahora un ciclo, una impresión que se acentúa con la partida tambien de Juan Cueto, Manolo Ponga o Paco Prendes Quirós. Tini fue el político que tuvo siempre en su cabeza un proyecto global para Asturias, con errores, que él asumía con tanta naturalidad como otros le negaban los aciertos. y Es que el único político que no haya cometido errores, es el que no ha hecho nada.

Que la tierra le sea leve y que su legado sea el estímulo que a otros permita mejorarlo. Nuestro abrazo a su familia y compañeros.

 
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