Ocio y cultura
Micromentario

La Pascua de la infancia

Comentario semanal del catedrático de Literatura, Pepe Belmonte

Pepe Belmonte, catedrático de Literatura en la Universidad de Murcia. / Pepe Belmonte

Pepe Belmonte, catedrático de Literatura en la Universidad de Murcia.

Murcia

La Pascua de la infancia

Micromentario/Pepe Belmonte (24-12-18)

02:54

Compartir

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

Hoy, por tratarse de las fechas en las que estamos, me van a permitir que les hable de la Pascua.

Sí, de la Pascua, he dicho bien. Porque antes, en la Huerta donde yo me crié, a la Navidad se le llamaba Pascua. Y todavía no existía Papá Noel, ni apenas habíamos oído hablar de Santa Claus.

Eran los Reyes Magos los auténticos protagonistas de ese tiempo. Unos Reyes Magos que no faltaban a su cita pero que, con harta frecuencia, nunca nos traían los regalos que los críos les habíamos pedido en nuestras cartas. También ellos tenían derecho a equivocarse por muy mágicos que fueran.

En este día tan señalado en el calendario, quiero traer a la memoria algunos recuerdos de esa infancia durante las Pascuas. Recuerdo, por ejemplo, a la Cuadrilla de mi pueblo, compuesta por Manolito el alcalde, Pepe de Agustín, Nene el Ciego, Angelín Ruiz, el Lechón, el Kisqui, y unos cuantos más, que iban de casa en casa cantando el aguilando y recogiendo unas pesetas en una bolsa de terciopelo rojo, que luego repartían entre los pobres, que había muchos, y de solemnidad, en ese tiempo.

En los lugares en donde no había ni un real, que no eran pocos, se sacaba una botella de anís y otra de mistela, unos cuantos cordiales, y se solventaba de modo airoso el asunto: "Vivamos con alegría/la Virgen de Los Dolores/que vaya en nuestra compañía". Y se perdían en la oscuridad de los carriles de la Huerta, donde aún no había llegado la luz eléctrica, con el frío royéndoles los huesos.

Recuerdo a las madres, airosas, henchidas de orgullo, con las llandas debajo del brazo, camino del horno de Perico, con la masa brillante, reluciente, de la repostería navideña, hecha con sus propias manos.

Todo el pueblo, que era pequeño y acogedor, por aquel tiempo, en esa época, olía a tortas de naranja, a mantecados, a aceite recién sacado de la almazara, a esencia de bergamota, a corteza de limón.

Recuerdo el bullicio y el nerviosismo de quienes no tenían animalicos en casa y se desplazaban hasta el mercado de los jueves, en la capital, en busca de una buena pava negra, de un capón lozano y hermoso. Se comía con hambre y nadie daba sensación de hartazgo.

Volvían nuestros parientes, los primos y los tíos, que se habían marchado, no para hacer fortuna, sino por pura necesidad, a países como Alemania, Francia, Holanda...

Y traían consigo cosas extrañas que nos dejaban a todos embobados: un aparato eléctrico que parecía cosa del diablo, una esfera de cristal en donde, por arte de magia, caía la nieve, ropas de abrigo de una textura jamás soñada, que ni siquiera salían en la tele de aquellos que tenían la suerte de tener tele....

Esa es la Navidad, mejor dicho, la Pascua, que un servidor con más cariño recuerda, y que aún veo cuando cierro los ojos: la de esa infancia, que es, a fin de cuentas, como decía el gran Miguel Delibes, nuestra única patria.

Feliz año. Y Felices Pascuas.

Maica Sánchez

Maica Sánchez

Me escuchas cada día en La Ventana Región de Murcia.

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00