El tango de Gardel

Andújar

¿Recuerdan aquél tango de Gardel, el de que veinte años no es nada? Mañana se celebran 40 de la Constitución, es decir, dos veces veinte, así que toca preguntarse si el doble de veinte empieza a ser algo, o por el contrario, es nada de nada.

Alguna pista podemos encontrar en el propio tango. Si recuerdan la letra, verán que en la misma Gardel nos cantaba aquello de que “tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida”. En estos días en los que tanto se habla del reverdecimiento de la polarización y los extremos, ya no solo en uno de los extremos del espectro político sino ahora en los dos, podría concluirse, por tanto, que los 40 años de la Constitución han servido de poco, pues la historia se repite. No es, sin embargo, la conclusión a la que yo llego, porque Hegel ya nos decía que la historia se puede repetir sí, pero si la primera vez es una tragedia, la segunda es una farsa.

Y si algo nos ha enseñado la Constitución Española de 1978 es que nuestros padres pudieron ponerse de acuerdo y mirar por el bien común de sus hijos y sus nietos. Miren, ayer un programa de televisión grababa con cámara oculta situaciones en las que se actuaba como si la Constitución no existiera. En este programa se pedían permisos de maridos o padres a las mujeres que iban a comprar a plazos, se preguntaba a las parejas que se besaban en la calle si estaban casadas, o se detenía por escándalo público a las parejas homosexuales, entre otras situaciones. La reacción fue unánime: eso es inaceptable. Y lo es para todos. Pues bien, esa es una pequeña muestra de que esa Constitución cuyo aniversario mañana celebramos sí ha hecho algo, y algo muy importante, que demos por sentados derechos que hace 40 años no existían. Que es posible que haya que hacer retoques, pero que el edificio de derechos que nuestros padres y abuelos hicieron merece la pena y que debemos volver a pensar en lo que nos une como españoles, como ciudadanos de un estado social y de derecho por el bien común de nuestros hijos y nietos.

Parafraseando a Gardel en su tango, no hay que huir del espíritu de consenso, porque el viajero que huye tarde o temprano detiene su andar, y aunque el olvido que todo destruye haya agotado la vieja ilusión de algunos, guardo escondida una esperanza humilde que es toda la fortuna de mi corazón. Feliz 40º cumpleaños.