'Periodistas en el punto de mira'
La primera víctima cuando llega la guerra, es la verdad
Firma Miguel Alberto Díaz, "Periodistas en el punto de mira"
04:19
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Algeciras
La primera víctima cuando llega la guerra es la verdad. Esta frase, atribuida a un senador americano, fue pronunciada hace más cien años durante la Primera Guerra Mundial.
Desde entonces, la verdad ha intentado abrirse camino, encontrándose con la cruda realidad de que, Matando al mensajero, esta puede no llegar a sus destinatarios.
Matar al mensajero, es una frase que se usaba históricamente como acto de culpar a una persona que trae malas noticias en vez del autor de las mismas. Estos emisarios pagaban hasta con su vida, si la noticias que traían eran de derrotas en el campo de batalla.
En estos tiempos de ahora siguen siendo otros los motivos, los armamentísticos, los políticos, religiosos, económicos o de bandas criminales y grupos terroristas, con especial virulencia en países como México, Siria, Afganistán, Yemen, Libia o Filipinas
Uno de esos periodistas que ha perdido su vida ha sido Jamal Khashoggi, que cometió el delito de desenmascarar los enmarañados y terribles entresijos de la muy opulenta y dictatorial monarquía saudí, cuyo príncipe heredero Mohamed Bin Salman está detrás, del secuestro, asesinato y descuartizamiento del periodista.
Como Khashoggi, 1035 periodista han sido asesinados en los últimos 15 años según un riguroso informe de Reporteros Sin Frontera
Otro emisario de la verdad asesinado fue el cámara español José Couso, cuando desde el Hotel Palestina grababa a un blindado del todo poderoso e impune ejército americano, su familia, amigos y la sociedad todavía esta esperando respuestas
Habría que remitirse a septiembre de 1936, para recordar la muerte del periodista Miguel Puyol, fusilado en la tapia del cementerio de Algeciras, junto a varios redactores de su periódico, ellos fueron denunciantes de la barbarie del golpe de estado de Franco el Dictador.
Distintas Organizaciones No gubernamentales, tales como Amnistía Internacional, vienen denunciando el peligro de ser periodistas en la Rusia de Putin, en la super democracia, venida a menos, de Donald Trump, o las cadenas perpetuas decretadas en Turquía por Erdogan, y así una larguísima retahíla de nada honorables ni respetables de políticos que han convertido la profesión en un tortuoso y peligroso campo de minas.
Uno que lleva en esto de la lucha más de cuarenta años, puede dar fe de como a lo largo de la historia de esta comarca, conocidos políticos y grandes empresarios, llamaban a los dueños de los medios de comunicación para intentar poner firme al aguerrido profesional que estoicamente mantenían y mantienen firme su insobornable pluma, cuando no un concejal que en la madrugada intenta que una emisora local no trasmita una noticia que no le gustaba, o cuando un fiscal que la emprende con otro periodista para limitar su libertad de ironizar sobre los perros de presa o lo último y más reciente que un grupo de valentones amenazan y acosan a diario a otro honrado periodista tarifeño.
Si amigos y amigas, quiero reconocer la valentía y honradez de nuestros periodistas, porque informar a diario en esta zona sobre el narcotráfico o sobre la corrupción en las fuerzas de seguridad tiene guasa.
Estos delincuentes saben que, en el Campo de Gibraltar, hay una actitud decidida y honesta de muchos policías, guardias civiles, miembros de la judicatura y de la sociedad civil de hacerles frente, pero esta lucha no tendría la misma fuerza ni el mismo éxito si no contáramos con el plantel de buenos profesionales que a diario se atreven a informar sin miedo.
Y lo hacen con unos niveles altos de precariedad laboral, habiendo sufrido injustos expedientes de regulación de empleo y despidos, porque los contratos de publicidad institucionales y privados se han demostrado como otro tipo de presión para amordazar a la profesión, porque los poderosos marcan el territorio y avisan que la información veraz no sale gratis y así evitan incómodos trabajos de investigación y acallan la libertad de prensa.
Ser periodistas se ha convertido en una profesión de alto riesgo, pues cada vez que matan a un periodista, es secuestrado, amenazado o despedido por ser fiel notario de lo que ocurre cada día, una parte esencial de la democracia y de la libertad se nos va y como diría el sabio de mi padre, la libertad es como el aire, como el agua, se valora cuando escasea.
Solo pido que cada mañana, cuando escuche la radio, lea los periódicos o encienda el televisor, reflexione y recuerde que muchas mujeres y hombres están dispuesto a que la insobornable verdad llegue a nosotros, cueste lo que cueste, le pese a quien le pese.