El Oviedo jugó, y ganó el derbi
El conjunto azul encarriló el partido con dos goles antes del minuto quince y supo controlar a un Sporting prácticamente inofensivo.
Oviedo
“El derbi no se juega, se gana”. Esta frase ha sido una de las más destacadas durante la semana en las ruedas de prensa de El Requexón por parte del jugador Diegui Johannesson. Pues el Oviedo jugó bien, convenció con una gran primera parte, y se llevó el segundo derbi consecutivo en su estadio ante más de 23.000 espectadores.
Escucha la rueda de prensa de Juan Antonio Anquela tras el partido.
Rueda de prensa de Anquela tras ganar el derbi
08:21
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Si alguno tenía en mente que iba a ser un derbi descafeinado, seguro que rápidamente se le quitó de la cabeza en cuanto vio la despedida que la afición del Oviedo realizó a su equipo en la salida del hotel de concentración. Ahí se empieza a ganar un encuentro de estas características. Y ese empuje es el que le sirvió al conjunto azul para empezar el choque con una o dos marchas más que el Sporting. El comienzo fue arrollador. Todavía el marcador del Tartiere no marcaba el minuto 15 y los carbayones ya acumulaban cuatro ocasiones en su haber, y dos de ellas habían terminado en gol.
La primera se fue para dentro. Ibrahima, que se encuentra en estado de gracia, es un delantero que se lo deja todo en cada acción, que juega fácil, que contagia a sus compañeros y al público por su entrega, pero también que está tocado por la barita del gol. El senegalés ya es el máximo artillero del Oviedo, junto a Berjón, con tres dianas. Y esta fue parecida a la que materializó ante el Mallorca, tras un disparo fallido de Tejera, pero “La Pantera” quiso hacerlo más bello todavía con una tijereta espectacular. Como si el tiempo se parase, Ibra ejecutó su remate con una figura en el aire tan estética como efectiva. 1-0 y la grada enloquecida. Pero esto era solo el comienzo del huracán que se le venía encima al cuadro rojiblanco, que durante media hora estuvo a merced de los azules.
La presión, los pases precisos y rápidos, la agresividad, y esas ganas de vencer era lo que estaba poniendo un solo equipo sobre el terreno de juego. Y ese era el Oviedo. El vendaval continuó, y fruto de esa insistencia en robar lo más arriba posible, provocó un malentendido entre la zaga gijonesa y Mariño, que a punto estuvo de costarle un segundo disgusto a Baraja cuando Berjón se plantó solo frente al guardameta visitante, pero su intento de vaselina fue bien adivinado por Mariño en el último instante para enviar el balón a córner. En el saque de esquina posterior, Ibrahima se elevó por encima de todos para cabecear abajo y el balón salió rozando el poste. Era la tercera oportunidad e iban diez minutos de encuentro. Pero la pesadilla del Sporting se convirtió en tragedia cuando una falta lateral botada por Berjón fue rematada por Alanís al fondo de la red con un gran testarazo. El mexicano, que arrolló a rivales y compañeros a su paso, se estrenó como goleador en su tercer partido con la elástica ovetense. La losa ya era muy grande para el Sporting y el Oviedo todavía quería más. Incluso, fruto del subidón de adrenalina, los carbayones no dejaban que el juego se detuviese porque sabían que los rojiblancos estaban noqueados y podían terminar de matar el choque.
Los gijoneses lograron estirarse un poco a partir de la media hora, pero simplemente se quitaron el agobio de encima sin ser capaces de inquietar la portería de Champagne, que no tuvo que realizar ninguna parada en todo el encuentro. Desde el minuto 30 al 72 no pasó nada destacado. El Oviedo, aunque ya no tenía tanto el dominio y le costaba más mantener la posesión, estaba cómodo porque al Sporting se le acababan las ideas en tres cuartos de campo. Pero un derbi sin tensión no hubiese sido lo mismo. Y esta se encargó de ponerla Carmona al transformar un claro penalti cometido por Forlín sobre Neftalí. El catalán lanzo fuerte, raso y al centro, engañando a Champagne que se lanzó a la derecha de su portería. Los de Baraja consiguieron recortar diferencias, pero más allá de esa pena máxima, no dieron verdadera sensación de peligro. Incluso la ocasión más clara para marcar después la tuvo Diegui Johannesson tras peinar un esférico puesto por Tejera que Mariño resolvió con una excelente estirada.
El Oviedo repitió el mismo resultado que se produjo en el derbi anterior y los jugadores celebraron intensamente estos tres puntos con una afición que respira un poco y recibe así una alegría enorme después de los disgustos que había tenido recientemente. Esta victoria aumenta el crédito de Anquela, que también pudo percibir el apoyo de los miles oviedistas durante toda la jornada.
La plantilla cuenta con descanso hasta el martes por la tarde, que será cuando regrese a los entrenamientos para empezar a preparar la próxima cita liguera, de nuevo en el Carlos Tartiere, en este caso frente al Reus de Miguel Linares (domingo, 18:00 horas).