Alarma roja en el Sporting
La revolución de Baraja no permite al equipo gijonés romper una sequía de seis meses sin ganar fuera y alejarse del descenso se convierte en objetivo prioritario
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"Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes". La frase, atribuida por error a Albert Einstein, tuvo que ser ideada por algún genio. En Mareo no han debido de leer mucho sobre el asunto. El Sporting de los once fichajes (solo cuatro titulares en Almería) cada vez se parece más al que se pasó diez años consecutivos deambulando por los campos de Segunda, un conjunto sin identidad, sin capacidad de reacción desde el banquillo y sin más aspiración que ir sobreviviendo y no caerse del fútbol profesional. Porque en el sportinguismo, quien más quien menos, ya va asumiendo que el destino de esta temporada empezará a pasar por salvar la categoría, salvo milagro. Anclados en el más absoluto inmovilismo, el consejo de administración 'profesional' presidido por Javier Fernández sigue dejando pasar el tiempo mientras el equipo protagoniza uno de los peores arranques de las dos últimas décadas, suponiendo (porque sí, porque ellos lo valen) que el Sporting nunca se va a meter en un problema mayor que estar en mitad de la tabla. Y siguen viendo desde el palco (cuando van al fútbol) cómo desde el banquillo Rubén Baraja empieza a reaccionar en la jornada 12, organizando una revolución en Almería que se quedó a medias y que trajo el mismo resultado: otra derrota a sumar a los seis meses sin ganar a domicilio.
De pronto, transcurrido un cuarto de la competición, en el Sporting los suplentes han pasado a ser titulares. Y viceversa. Que entre Cristian Salvador y Cofie hay un abismo de diferencia lo veía cualquiera sin necesidad de sacarse el título de entrenador. Que Pablo Pérez en su puesto es el mejor mediapunta de la plantilla está claro. Pero a Rubén Baraja, seguramente condicionado por la catarata de fichajes organizada por su mentor Torrecilla, le ha costado verlo. Como le cuesta ver que, con el estilo que pretendió imponer en Almería, la supuesta estrella Robin Lod no pega ni con cola en la banda (ni seguramente en el campo). Y Carmona tampoco encaja en esa forma de jugar.
El Sporting de Almería fue un quiero y no puedo. Intentó cambiar, pero lo hizo a medias. No pudo ni puntuar, ni mantener la intensidad con la que saltó al campo ni imponerse a circunstancias adversas como las que a veces un equipo se encuentra en el campo de fútbol. El arbitraje perjudicó, está claro. El gol de Cristian Salvador podía haber subido perfectamente al marcador. Pero no olvidemos que, de haberlo hecho, el resultado habría sido un empate. El penalti en contra, al margen de ser el castigo a una torpeza colectiva, es perfectamente pitable. Y, contra esos elementos, también hay que saber luchar si se pretende estar arriba.
Acostumbrados a la nada más absoluta, podemos aplaudir que el Sporting en el Juegos del Mediterráneo al menos saliera al campo con más intensidad, intentando presionar la salida de balón gracias a la labor esmerada de Pablo Pérez y Djurdjevic. Ambos intercambiaron sus papeles habituales para poner al Sporting por delante en el marcador antes de que se cumpliera el minuto 10 de partido. Cristian Salvador, atento, recuperó el balón tras un saque de banda del Almería, envió el balón en largo para que Djurdjevic la bajara con el pecho, superara a Owona y sacara un centro desde línea de fondo que Pablo Pérez empujó con el pecho al fondo de la portería local.
No sabemos cómo hubiera actuado el Sporting de no haber marcado tan pronto, pero sí cómo lo hizo a partir de marcar: dando la impresión de conformarse con lo conseguido. Se echó atrás, renunció completamente a la posesión de la pelota (hasta límites insospechados, como refleja la estadística) y confío en salir a la contra, pero sin tener a los jugadores más adecuados. Quedaban más de 80 minutos por delante. Parecía demasiado. Y así fue.
Mariño ya tuvo que intervenir para evitar el gol de Juan Carlos a raíz de un saque de banda. Y Molinero, que venía de protagonizar uno de los pocos disparos a puerta de los rojijblancos en la primera mitad, cometió penalti al llegar tarde a frenar a Álvaro Giménez cuando este, tras ganar la espalda al resto de la defensa, se disponía a disparar. El propio delantero implicado marcó para empezar a condenar al Sporting.
Encefalograma plano tras el descanso
En la segunda parte el Sporting fue el de casi siempre fuera de casa. El desgaste de Djurdjevic y Pablo Pérez en la presión en campo contrario era evidente, pero Baraja no tomó medidas. Solo a partir del minuto 20 el Sporting protagonizó un par de llegadas: un disparo de Pablo Pérez y en la acción polémica del partido, un tanto anulado a Cristian Salvador.
En un desbarajuste defensivo, con Geraldes perdiendo la posición para despejar un balón en el centro del área, Andoni López marcó el definitivo 2-1. El Sporting pareció intentarlo a la desesperada, pero su balance ofensivo se quedó en un gran lanzamiento de falta de Carmona que se fue a la madera.
La imagen de la Copa del Rey se quedó en un espejismo. Aquel Sporting que disfrutó de la posesión, que hilvanó algo de fútbol y que fue mejor que el rival no se pareció al de Almería. Este fue más reconocible: con algunos matices, pero parecido al de la Liga, por desgracia. La situación es muy delicada: el equipo acabó el partido a tres puntos del descenso, a seis del playoff y a una distancia sideral del ascenso directo. El tiempo pasa y la situación no mejora.
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David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...