Vivo cantando
La reflexión de Ana Díez, médico de familia
La música es el arte de combinar los sonidos de la voz humana, de los instrumentos musicales, o de unos y otros a la vez, para producir deleite, y conmover la sensibilidad, ya sea de forma alegre o triste. Cuando a esta música se le añade una composición, en verso o no, tenemos una canción.
A través de la música y de las canciones podemos expresar miedos, alegrías y tristezas, con lo que aumenta esa alegría y disminuye la pena. Además, por medio de las canciones también hemos aprendido la tabla de multiplicar, los puntos cardinales, las estaciones del año y hasta el nombre de los dedos de las manos. Las canciones han servido para transmitir de generación en generación todo el contenido cultural de una población.
La música estimula la mente incluso desde antes de nacer. Nos acompaña a lo largo de todo el día: para despertarnos contentos por la mañana, cuando vamos camino del trabajo o de la escuela, en el propio lugar de trabajo y, por supuesto, una música suavecita ayuda a conciliar mejor el sueño. Naturalmente, no me olvido de los días de fiesta, de los conciertos y de las reuniones de amigos, que mejoran considerablemente con una buena música que llevaremos en nuestro recuerdo eternamente.
Yo he tenido la enorme suerte de nacer en una familia con una voz privilegiada, que hacía todo cantando y que, de esa manera, alegró mis primeros años de vida. De hecho, mis mejores recuerdos de la infancia están asociados a las canciones. Por eso siempre me ha parecido estupendo hacer las actividades diarias cantando, o, al menos, tarareando. Como decía la canción, vivir cantando, vivir alegremente.
La música es un lenguaje universal que nos une a todos y que llega a lo más profundo de nuestros sentimientos.
Pero, entonces, ¿por qué ha ido disminuyendo su presencia hasta casi desaparecer de los planes de estudio de los niños y adolescentes que tanta música escuchan?
Los primeros años de la vida son claves para estimular todas las capacidades de un individuo, y, una de ellas es la capacidad musical, que tantos beneficios aporta al desarrollo motriz e intelectual en edades precoces. La música refuerza la atención y la concentración, la memoria y la creatividad. Desarrolla habilidades motoras y rítmicas. El estudio de un instrumento musical ayuda a interiorizar y desarrollar una capacidad de coordinación que no se consigue de otra manera. Aumenta la seguridad en uno mismo, reduce el estrés y facilita la socialización.
Yo creo que no hacen falta más razones. Pero, si no se favorece su estudio desde el principio, será difícil que luego se interesen por ella.
Y, estoy segura, ¡con música viviríamos más felices!.
