Marcelino, esto no funciona

Valencia

Es verdad que las ausencias de Kondogbia y Coquelin condicionan y mucho el plan A del Valencia: presión, recuperación y contragolpe. Ninguno de los jugadores que el cuerpo técnico ha ido adaptando a esa posición defensiva de la parcela ancha tiene el músculo necesario para hacer olvidar a la sociedad ilimitada de trabajo que forman los franceses en el puente de mando valencianista. Es verdad que hay futbolistas como Guedes, Gameiro o Batshuayi que vienen de una pretemporada muy particular y siguen lejos del 100% físico. Es verdad que son tan solo cinco partidos, que queda mucho por delante, que la paciencia es necesaria y hasta recomendable pero... esto no funciona.

Dejando en paños menores las ruedas de prensa de Disney con las que nos alegraron el capitán y el entrenador la tarde del martes -milongas cocinadas dentro para no reconocer lo evidente, lo que todo el mundo ve, que las cosas no están saliendo- el análisis frío de lo visto en Mestalla ante la Juventus se resume en una palabra: involución. Podríamos hablar de la impotencia que genera ver que el recambio del fallón Piccini es Vezo en una plantilla que cuesta 140 millones de euros, con grandes problemas para pasar de mediocampo. Podríamos hablar del bajón en el rendimiento de Rodrigo, del desastroso partido de Guedes o de la nula aportación, otra noche más, de Parejo.

Pero el asunto es mucho peor. Si el equipo no funcionara por disfunciones individuales de algunos futbolistas, la solución sería sencilla: cambiarlos por otros y punto. Los problemas, lamentablemente, son colectivos, generales. El Valencia sigue sufriendo a nivel defensivo porque no es capaz de desplegar un sistema de presión decente. Y, sobre todo, no gana partidos porque es absolutamente incapaz de generar ocasiones en estático. Esta noche ha dado la impresión que ni jugando tres días hubiera conseguido hacerle un gol de la Juventus. Por no marcar, no pudo hacerlo ni de penalti. Fue la guinda de Parejo a otro encuentro ruinoso suyo, plagado de errores en la entrega y apatía defensiva.

El máximo responsable del negativo inicio de temporada es el mismo que dirigió al grupo hasta esta Champions: Marcelino García Toral. De su gestión de la crisis y su búsqueda de soluciones -el Valencia sigue atascadísimo cuando el rival se mete atrás- depende que el murciélago pueda levantar el vuelo desde el siguiente encuentro, el próximo domingo en La Cerámica. Una de las opciones, no nos cansaremos de escribirlo, es apostar por Carlos Soler por dentro. Su segunda parte ante la Juventus vuelve a evidenciar lo que vemos todos menos uno.