Invitado a otra ronda

Gijón

El Sporting sigue vivo en la Copa del Rey tras eliminar a un Numancia que le sirvió la clasificación en bandeja al conjunto rojiblanco, marcando dos goles en propia en menos de cuatro minutos. Fue fácil: dos faltas botadas al área, una desde cada costado, dos jugadores sorianos desviando el balón hacia su propia portería y resistir después hasta el pitido final. El fuego amigo amargó el debut del portero numantino Campos y allanó el camino al Sporting. No tuvieron que hacer mucho más los rojiblancos, aunque sí disfrutaron de algunas llegadas más en fases de partido de ida y vuelta. No fue un partido para la historia, aunque sí sirvió para celebrar que Pelayo Morilla ha llegado para quedarse (no cabe otra alternativa) y que Álvaro Jiménez va mejorando a pasos agigantados.

Apostó Baraja por un once renovado, aunque no una revolución total. Mantuvo en el equipo a Diego Mariño, Molinero, Cofie y Álvaro Jiménez. También jugaron Canella y Hernán Santana, titulares habituales. La presencia asturiana en el equipo titular se limitó a la presencia de Pelayo Morilla, que dejaría su sello en el partido.

Salió el Sporting intenso, muy presionante arriba, pero pronto el partido se equilibró. Las ocasiones más claras de la primera parte fueron para el Numancia (Juan Rodríguez llegó a sacar sobre la línea un disparo de Borja Viguera), pero el Sporting se encontró con dos goles casi sin tirar a puerta. En su primer gesto de enorme calidad, Pelayo Morilla tiró un sombrero y forzó una falta. Hernán Santana la botó al área e Higinio, que había rematado dos veces en el área del Sporting, lo hizo en esa ocasión hacia su propio marco. Solo tres minutos después el propio Morilla buscó portería en otro lanzamiento a balón parado que Grego rozó lo suficiente para confundir a su guardameta y dejar casi sentenciada la eliminatoria.

Visto para sentencia

Recortó diferencias el Numancia nada más comenzar la segunda mitad. El gol de Marcos Isa llegó también mediante un remate de cabeza y aprovechándose de un grave desajuste de la defensa rojiblanca, que dejó a Borja Viguera recibir solo en el lateral del área y centrar sin oposición. Apretó el Numancia en los minutos finales, pero sin éxito.

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Al margen de la clasificación, lo mejor del partido fueron las bandas del Sporting: la brutal irrupción de Pelayo Morilla y la mejora de Álvaro Jiménez. El canterano demostró que está para jugar; escudarse en sus 17 años para reservarle es buscar una disculpa barata. No está al nivel del primer equipo, sino por encima de la media. Y, además, le echa un descaro impresionante. En Soria tiró de repertorio: sombreros, controles, autopases, eficacia a balón parado. No dudó en chutar en una jugada en la que un futbolista más timorato hubiera intentado pasar a Neftali. Y en el día en el que se cumplían 40 años del gol olímpico de Enzo Ferrero al Torino, Morilla probó esa misma suerrte desde la esquina. ¿Qué más tiene que hacer para ganar peso en el primer equipo?

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En la otra banda, brilló Álvaro Jiménez. El estilo del cordobés es plausible, pero resulta desesperante cuando no está acertado. En Los Pajaritos empezó a devolver la confianza de Baraja con muchas apariciones. Encaró, logró irse en varias ocasiones, forzó faltas, llegó a línea de fondo y sacó algún centro interesante. Esta versión de Álvaro Jiménez sí gusta.

Hay otros fichajes que siguen generando dudas. Es el caso de Cofie, que después de llamar la atención en la segunda jornada, parece haberse venido abajo. Incluso literalmente, yéndose al suelo de forma absurda, como ya le ocurrió en Alcorcón. Cristian Salvador empieza a ser una seria competencia para el ghanés. En defensa, Babin y Álex Pérez no deben temer de momento por el puesto.