José Valencia humaniza el flamenco y acierta con " Bashavel"
Nueve poemas de poetas gitanos convierte el flamenco en entendimiento universal. Uno de los temas más bellos ha sido el de "La Flor de la muerte". Belleza sobrecogedora que pone al descubierto José Valencia
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Archivo fotográfico Bienal de Flamenco. Fotógrafo Oscar Romero
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Sevilla
Con todas las entradas vendidas, a las 21:30 horas, José Valencia subía al escenario del Patio de la Montería, en el Real Alcázar de Sevilla. Lo hacía con un traje gris perla y una camisa blanca, inmaculada. Cercano al cantaor, el guitarrista Juan Requena. Su mano derecha creativa como director musical. En este gran proyecto. El cantaor lebrijano no se conforma con lo aprendido, va buscando otros caminos personales y lo ha encontrado a través de su herencia, de la lucha contra el olvido y la apuesta de crear puentes y recuerdos del pueblo gitano. Y en el espectáculo estrenado hemos descubierto como a través de la voz de José Valencia, de las guitarras de Juan Requena, un cuarteto de cuerda, los palmeros y el violín, se puede hacer arte, flamenco y belleza..
Nueve han sido los poemas interpretados en romaní y castellano, por un cantaor entregado. Música que envolvía el pasado y que hablaba de las esperanzas, la alegría, como “Poemas para amar en 15 solearillas, con el baile de Karime Amaya. Música vieja, con resquicios donde la tristeza del tema de la muerte, de poetas gitanos. Pero ha sido el poema sexto interpretado en romaní: I'luludi Merinasque (La flor de la muerte), de Yurik el que ha logrado sobrecoger a los asistentes. Un tesoro que nos ha desvelado el cantaor con cuatro Giraldillos en su haber. Una maravilla.