"La Tía Fingida" inspira otro homenaje de Salamanca a Cervantes
Un texto de la novela ejemplar ambientada en el Estudio Salamanca ha sido rotulado junto a la Plaza Mayor salmantina
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Radio Salamanca
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Salamanca
Bajo el cielo de Salamanca se daban cita en octubre –cuando comenzaba el curso—no solo estudiantes y profesores, también prostitutas que acudían a hacer negocio en una ciudad en la que la juventud y el ocio y el vicio campaban a sus anchas.
“Por San Lucas, a Salamanca, putas”, se decía, dejando claro el asunto.
La literatura no fue ajena a este hecho y mucho menos Cervantes, que llevó esta cuestión a su novela “La Tía Fingida”, que comienza situando el escenario de la obra: “una casa y tienda de carne”, donde viven una señora, doña Claudia, y su pupila, Esperanza. En el fondo dos profesionales de la profesión, porque en Salamanca “hay casas, como en otras ciudades, que llevan de suelo vivir siempre en ellas mujeres cortesanas, y por otro nombre trabajadoras o enamoradas”.
Esperanza es un cebo para dos estudiantes manchegos, que la cortejan con una ronda, tan habitual entonces: “juntaron guitarras e instrumentos, pevieron músicos, y fuéronse a un poeta de los que sobran en aquella ciudad”, o sea, Salamanca.
Salamanca, que aparece retratada por Cervantes, como “madre de las ciencias, archivo de las habilidades, tesorero de los buenos ingenios”, pero también como un lugar en el que viven diez o doce mil estudiantes: “gente moza, antojadiza, arrojada, libre, liberal, aficionada, gastadora, discreta, diabólica y de humor”. Gente, además, llegadas de todas partes y con sus peculiaridades.
Y así como el ciego le transmite a su lazarillo que un punto ha de saber más que el diablo, Claudia, La Tía Fingida, le dice a su “sobrina” que “no hay maestro en toda esta Universidad, por famoso que sea, que sepa tan bien leer en su facultad como yo sé y puedo enseñarte en esta arte mundanal que profesamos”. Pero Esperanza, que cree saberlo todo, se revuelve y le pregunta a su tía “¿qué importan que tengan algunos más letras y estudios que otros hombres?”. Pronto se dará cuenta de que sí importa.
La prostitución estaba a la orden del día en la Salamanca estudiantil de entonces, del Siglo de Oro. Recordemos la Casa de la Mancebía, los oficios de Celestina, los hospitales que curaban enfermedades sexuales… Recordemos cómo Girolamo de Sommaia anotaba en su diario los encuentros sexuales con prostitutas.
Hay, como decíamos, una literatura salmantina muy interesante sobre prostitución y Salamanca, e incluso en la propia Escalera de la Universidad ya se advierte de su presencia y sus peligros.
En pleno Octavo Centenario de la Universidad de Salamanca, se rotula un fragmento de la novela cervantina en el arco de entrada a la Plaza Mayor desde el Corrillo, como un homenaje a Miguel de Cervantes, que tanto citó a Salamanca y su Estudio en su obra.
Una inscripción que se une a las rotuladas en la fachada universitaria que mira a la Plaza de Anaya en las que se recuerda la cita a Salamanca, del Licenciado Vidriera, y la de la libertad, de El Quijote.
Porque, recordemos, Bajo el Cielo de Salamanca también anduvieron Sansón Carrasco, Tomás Rodaja, Licenciado Vidriera, el vizcaíno de la Cueva de Salamanca, o los jóvenes de La Ilustre Fregona que quieren estudiar en Salamanca.