¿Es ofensivo plantear la Feria de Málaga en septiembre?

Málaga

Juan Cassa ha planteado la idea de trasladar la Feria a septiembre. Y asombrosamente algunos han reaccionado como si les hubieran tocado sus fibras más sensibles, y además con aceite hirviendo o con sosa cáustica. "Me niego como malagueño a que se mueva la feria a septiembre, sería perder nuestra identidad” sostiene el portavoz socialista Dani Pérez, un chaval joven al que cuesta imaginar viendo en peligro su identidad por trasladar la Feria a septiembre. Uno puede entender que Teresa Porras descalifique la idea por las bravas, porque en definitiva ella sí representa las esencias más casposas y cerriles, pero casi da risa ver a Dani Pérez y otros jóvenes ofendiéndose como si les estuvieran robando su identidad y obligándoles a ser, qué sé yo, bantúes o turcochipriotas. “No sabe nada de nosotros” le reprochan a Cassá desde la redes, como si llevar aquí siete años, más de cinco en política, tres dedicados a la gestión pública, no le permitiera participar. Que si es de Asturias, que si no vive en la ciudad… en fin, ese es el nivel de las invectivas contra Cassá, que sí vive en la ciudad, por cierto.

Yo creo, en cambio, que ese debate vale la pena. No presumo el resultado, porque en definitiva soy tan poco asiduo de la Feria que apenas tengo más que impresiones superficiales; pero desde luego me gustaría oír argumentos más consistentes que esos, si es que esos pueden calificarse de argumentos. Entretanto, es inevitable pensar que la Feria en septiembre sería menos tórrida, y por tanto más agradable; sería menos masiva, sin turismo vacacional, y la calidad podría anteponerse a la cantidad; sería menos descamisada y quizá más decorosa, algo que no hay que desdeñar… y sería, en fin, un buen rito para despedir el verano. Como punto de partida, no está mal; aunque tal vez la mayoría no tenga el menor interés en el cambio, o ni siquiera se lo haya planteado. En todo caso, escama el rechazo radical a hablar del asunto. Se entiende que hay un origen histórico –la toma de Málaga por los Reyes Católicos– pero no parece que eso sea un hito sagrado e intocable que no permita analizar la Fer ia con otros enfoques pensando en el interés general.

En fin, creo que no hay que desconfiar de quien propone un debate; en cambio, sí hay que desconfiar, siempre, taxativamente, de quien niega un debate.